Ha costado pero el calor ya ha llegado. Y en estas circunstancias hay un sector de la población que tiene cierta ventaja con respecto al resto de los mortales: los que disponen de piscina en su urbanización y no tienen que desplazarse hasta una pública. Es salir del portal y meterse al agua. Pero este año, como para todo lo demás, será diferente: no se verán piscinas llenas de gente ni niños correteando por el césped mientras juegan.

Entre las comunidades de vecinos con piscina parece que este verano se han instaurado tres tendencias: las que deciden no abrirlas para evitar problemas; las que optan por ingeniosos mecanismos para garantizar la seguridad sanitaria; y los que simplemente esperan que sus vecinos se sepan controlar.

En una urbanización en la calle Valle de Zuriza de Zaragoza, por ejemplo, los vecinos han recibido una extensa circular en la que se indican las normas para poder acceder a la piscina, que desinfectan dos veces al día. Todos, asimismo, tienen unas pulseras que les acreditan como residentes en la comunidad para evitar que se cuelen personas ajenas. El aforo del vaso es de 15 personas y han establecido que el tiempo máximo de estar en el agua sea de media hora. Cuando se pasa ese tiempo, hay que salir para dejarle sitio a otro vecino. También han delimitado con hilos blancos la zona ajardinada que rodea las instalaciones para asegurarse de que se cumplen las medidas de distanciamiento físico, y los baños comunitarios están cerrados.

En la Fuente de la Junquera, por otro lado, decidieron por mayoría cómo gestionar el uso de la piscina. Así, acordaron no contratar a nadie para que vigilara del correcto uso del recinto, apelando a la responsabilidad de cada uno. Se ha pedido que no haya aglomeraciones y que se cumplan las distancias. Y de nuevo, la entrada de personas de fuera de la urbanización está prohibida.

«Eso está siendo lo más común», explica Javier Ibáñez, del Colegio de Administradores de Fincas. «Este año lo de llevar a todos los amiguitos no se va a poder hacer, pero es lo normal. La gente, en su mayoría, lo entiende», añade. Ibáñez señala que ha percibido bastante miedo por parte de algunos propietarios que incluso han decidido no hacer uso de las piscinas este verano.

Ibañez cuenta que ahora, con el aforo limitado al 75%, «que es bastante», hay más comunidades que se han animado a abrir sus piscinas, porque al principio, con el límite establecido en el 30%, fueron pocas las que decidieron abrir. «Esperemos que la gente cumpla para evitar nuevos brotes», dice.