Cuando el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, dice que la reforma de La Romareda no avanza a la velocidad que debería, en realidad quiere decir a la que a él le gustaría. Es una sensación tan obvia que los planes del Gobierno municipal PP-Cs no avanzan al ritmo deseado como que ver titubear al primer edil cuando habla de su proyecto estrella es síntoma de que algo pasa. Y lo es por muchas de las cuestiones sin resolver que se le plantean ahora que el tiempo apremia.

Su jugada maestra debe pasar de la pizarra al terreno de juego y los jugadores, esos actores políticos indispensables, no han entrado a jugar con la misma intensidad. Su operación implica muchas derivadas urbanísticas, y un pelotazo de manual puede dar al traste con una obra que todos ven necesaria, urgente y que surge en el momento idóneo. Hace pocas semanas así lo concluyeron el primer edil y el presidente aragonés, Javier Lambán, en una comida en la que el tema salió a la palestra. Al igual que el desbloqueo político necesario para la ampliación de Plaza, tras los reparos técnicos y jurídicos planteados por los técnicos municipales. Pero a partir de esa reunión sólo este último tiene visos de desatascarse a corto plazo, en la bilateral prevista para los próximos días. Por las prisas de Amazon, que ya le ha llevado a urgir una decisión o se verá obligada a cambiar de planes con su futuro centro de devoluciones en Zaragoza. Y el alcalde pondrá la alfombra roja que le piden a la multinacional, faltaría más, pero por una cuestión que a él le vendrá bien en el futuro jugar, porque nadie quiere asumir la culpa de que una inversión así no llegue a buen puerto.

Ahora bien, los tiempos de Plaza no son los de la nueva Romareda, Azcón lo sabe y Lambán también. Hasta tal punto avanzan a velocidades distintas que, al contrario de lo que fuentes próximas al Ejecutivo están difundiendo fuera de micro, no será un cambio de cromos entre Plaza y la reforma del estadio. El alcalde facilitará la llegada de Amazon haya o no haya remodelación del campo de fútbol. Ahora bien, puede que más pronto que tarde sea Lambán quien se vea en esa misma tesitura.

La evolución deportiva del Real Zaragoza, en camino de consolidar una segunda plaza que da derecho al ascenso directo a la máxima categoría del fútbol nacional, puede que en solo dos meses ponga en un brete a quienes se resisten a apoyar esa operación que proporcione un campo de fútbol de cuatro o cinco estrellas. Manejar el discurso, político ahora es más sencillo que en un contexto de euforia zaragocista.

Por eso llama la atención ver a partidos como Podemos modular tanto su discurso ahora que se ve tan claramente que no habrá Romareda sin combinar en el debate terminología que tanto han rechazado. Recalificaciones a la carta, pelotazo urbanístico... Son palabras que antaño demonizaban y ahora no parece generar ni un síntoma de alergia. Solo quieren información. Todos exigen información. No se dice nada hasta que llegue esa información. Pero la única posibilidad que tuvieron hace meses de acceder a esa información se vino abajo cuando la derecha descartaba la comisión especial que pedía el PSOE de Pilar Alegría. La socialista es la única de todos los partidos en la oposición que dijo claramente que Romareda sí, pero con pisos no. Ahora los pisos siguen en el plan, pero ella ya no está.

Y Lambán en este contexto no entona el mismo discurso que la socialista. Ha pasado de sentirse «concernido» por la reforma a exigir transparencia y soluciones «explicables». Todos en el Gobierno cuatripartito de Aragón lo hacen, también el PAR y CHA. Es curioso que ambas formaciones tengan que compartir mensaje doce años después de que el primero paralizará la remodelación del estadio impulsada por el otro. Y se encomiendan a un proyecto que Azcón sigue sin presentar. ¿Por qué no darlo a conocer ya? Han pasado ocho meses y lo primero que haría, dijo en cuanto fue entrevistado, ni siquiera se ha dibujado en un papel.

Ha firmado un convenio con el Real Zaragoza para que el club financie a 75 años la inversión que él debe proporcionar en dos, pero también en ese documento se comprometía el consistorio a redactar un anteproyecto que sigue sin tener varios meses después. Tiempo tiene pero se le agota si lo que quiere es finalizarlo en el 2023 para inaugurarlo él o aspirar a ser sede de la final de la Copa del Rey del 2024, como el propio responsable de Urbanismo, Víctor Serrano, ha reconocido estos días. El reloj avanza y lo que ambos, Azcon y Serrano, diseñaron en la pizarra sigue sin ponerse en práctica. El consenso político sigue todavía lejos y la modificación del Plan General de Ordenación Urbana que debe proporcionar buena parte del dinero aún no se ha debatido. Y lejos de ser una fórmula exacta, todavía se están valorando suelos, fuera del entorno de La Romareda, en otros barrios como ya se hiciera con la Expo del 2008, para cerrar una operación compleja que no se salte lo que la ley permite. Que cumpla lo prometido en las elecciones con menos mimbres de los que entonces preveía.

Puede que el ascenso lo desatasque todo, que la euforia lleve en volandas una reforma que muchos dicen querer y que avanza a dos velocidades. Y eso es, precisamente, lo que la DGA quiere mostrar al alcalde, ansioso por cumplir sus planes y cada vez más desesperado por no verlos avanzar como el quisiera. El Gobierno aragonés tiene otras prioridades, muchas, y se ven cada semana en las informaciones y reivindicaciones que exigen respuestas. Pero su papel es clave en la reforma y Lamban quizá maneja otra táctica de juego, otra pizarra, que sí está llevando al terreno de juego sin que el alcalde ni siquiera lo esté advirtiendo. O tal vez sí y por eso esta viendo que o cambia de táctica o el partido acabará en prorroga.