Los rigurosos controles de los aparatos y del funcionamiento de los establecimientos que ofrecen al consumidor servicios de rayos UVA son consecuencia de un plan europeo de lucha contra el cáncer, recogida por una directiva europea. Según este texto legal, que recoge el parecer de los dermatólogos, el mal uso de estos aparatos puede provocar, a largo plazo, cáncer de piel y dañar gravemente los ojos. Dada la gravedad de estas consecuencias, los inspectores de Consumo, después de las campañas informativas emprendidas tras la entrada en vigor de la normativa, han optado ya por imponer las multas, que oscilarán, dependiendo del perjuicio causado, den entre los 3.000 euros para penas leves a los 15.000 para los muy graves.