Aunque todavía no sabe cuándo volverá a fabricar coches, la planta de Figueruelas se ha preparado a conciencia para la vuelta al trabajo e intenta con todos sus medios blindarse frente al coronavirus. Tal y como se ha mostrado este jueves durante una visita para la prensa, la factoría ha diseñado un minucioso protocolo de prevención para garantizar la seguridad de sus trabajadores y evitar contagios. Así, por ejemplo, cada empleado dispondrá de cuatro mascarillas para cada día y de gafas protectoras, se han instalado cámaras termográficas para medir la temperatura de los trabajadores en las entradas, se han señalizado los espacios donde podría concentrarse un mayor número de personas como las máquinas de vending, se han colocado mamparas en las pilas lavamanos o se ha desinfectado gran parte de la planta. En definitiva, medidas muy por encima de lo recomendado por las autoridades sanitarias.

En todo este proceso, la dirección de Figueruelas ha contado con información privilegiada, ya que el grupo PSA tiene una fábrica en Wuhan, la ciudad china en la que se originó la pandemia. Así, el grupo diseñó un profuso protocolo que ahora se ha ido adaptando a las particularidades de cada planta. La de Zaragoza lleva varias semanas preparando sus instalaciones para cuando se vuelva a trabajar. Esa precisamente es una de las principales incógnitas. La dirección sigue sin dar una fecha, pero lo que tiene claro es que los más de 5.500 empleados no volverán al mismo tiempo, sino que se realizará de forma escalonada.

Está previsto que en un una primera fase solo vuelva uno de los turnos de una de las líneas (previsiblemente será la del Corsa), lo que supone unos mil trabajadores. El resto se irán incorporando de forma paulatina hasta que en un periodo de seis-ocho semanas ya esté operando toda la plantilla completa, tal y como ha explicado el director de Recursos Humanos de la planta, Carlos Iglesias. Para retomar la actividad, la factoría también depende en buena parte de sus flujos de suministro y de sus proveedores, así como de su red comercial.

La fábrica de PSA-Opel lleva cerrada desde el pasado 17 de marzo. Hasta esa fecha, la planta no había confirmado ningún caso de contagio entre sus empleados, aunque posteriormente sí ha sabido de algún positivo. Para extremar las precauciones, cada trabajador recibió la pasada semana una «tabla de autocontrol» que deberá rellenar con su temperatura diaria. «El objetivo es que cuando volvamos a trabajar tengamos un seguimiento de al menos los últimos 14 días», ha indicado la responsable de prevención, Marta Laborda.

Cuando se reactive la fabricación, el comedor seguirá cerrado, los trabajadores irán cambiados desde sus casas (excepto los de la nave de pintura) para evitar aglomeraciones en los vestuarios y las fuentes de agua no estarán operativas (se repartirá embotellada). El momento del desplazamiento a la planta será otro momento crítico. Por eso, se dejarán asientos libres en los autobuses y en los coches particulares solo viajarán dos personas (habrá que sentarse en diagonal). Cuando lleguen a la fábrica todos pasarán en orden y sin agolparse por la cámara termográfica, que es capaz de medir la temperatura de 30 personas a la vez. Si alguno de ellos supera los 37,5 grados no podrá acceder a la factoría.

El día de regreso a la actividad, todos los empleados recibirán un kit con unas gafas, un gel hidroalcohólico y cuatro mascarillas. «Una de ellas será para al trayecto de ida, otra para el de vuelta y las otras dos se usarán durante el turno de trabajo», ha dicho Laborda, que ha apuntado que la plantilla recibirá cuatro mascarillas para cada día aunque el reparto se realizará una vez a la semana.

Además, todos los operarios deberán limpiar su puesto de trabajo en cada rotación de turno. Así, por ejemplo, los carretilleros tendrán que limpiar el volante y los pomos para evitar contagios.

La compañía no detalló cuánto se ha destinado a implementar todas estas medidas, pero aseguró que la inversión ha sido «significativa». El comité de seguridad y salud laboral de la factoría ha dado el visto bueno al protocolo, que se desconoce hasta cuándo será necesario aplicarlo.

Actualmente, los empleados de Figueruelas se encuentran bajo los efectos de un ERTE. En concreto, la dirección ha acordado con el comité dos expedientes para adaptar la vuelta de los trabajadores a la progresiva reactivación de la fábrica.