Los bares cierran pronto. Las discotecas están cerradas. Y la juerga en la calle es tan solo un recuerdo del pasado. Así que las fiestas, ilegales, claro, se han trasladado a los domicilios particulares, aunque no siempre a los propios. Ante esta situación, la plataforma web Airbnb, que ofrece alojamientos de particulares (pisos turísticos o habitaciones individuales) ha tomado cartas en el asunto para que no se le pueda acusar de complicidad con los infractores que deciden saltarse las normas sanitarias impuestas en cada comunidad..

Así, esta plataforma ha habilitado un mecanismo para que los vecinos de los pisos que alquilan en su web puedan alertar de la celebración de una fiesta. Las denuncias se pueden hacer a través su portal (Airbnb.es/neighbours) y no hace falta tener creado un perfil para poder llevarlo a cabo. En esta página puedes indicar cuál es el problema (ruidos o fiestas/servicio de asistencia/seguridad personal/otro) y la dirección del piso que te está molestando. Después, Airbnb se encarga de investigar lo ocurrido por si es factible penalizar al propietario del inmueble.

Prohibiciones

Además, y ya durante el pasado verano, esta plataforma implantó una serie de restricciones que prohibían, por ejemplo, alquilar una casa entera a los menores de 25 años si esta estaba cerca de su localidad de origen. Desde entonces, se han bloqueado en toda España 5.000 intentos de reserva. La web también ha eliminado o suspendido 800 anuncios de pisos en todo el país por haber resultado molestos a sus vecinos o por haber constatado que en ellos se realizaban fiestas.

Pese a lo complicado de hacer seguimiento de que se cumplen las estrictas medidas impuestas por el coronavirus, la de la utilización de estos espacios para organizar agrupaciones sociales que incumplen la limitación de no superar las seis personas, por ejemplo, han llevado a aumentar las restricciones y requisitos a los clientes y propietarios.

Unos 200 en todo Aragón

Aún así, este es un servicio que sigue funcionando durante la pandemia aunque no escapa al peaje que ha supuesto la caída espectacular del turismo en el pasado año. Esto se refleja, por ejemplo, en el número de inmuebles disponibles, que en el caso de Zaragoza se limita, por ejemplo, a menos de 150 ofertas de alojamiento disponibles en un fin de semana cualquiera cuando ha llegado a ser de cientos de referencias durante los últimos años. El salto es significativo.

Aunque ha pasado de convertirse en una alternativa de alojamiento turístico a una opción para el cliente doméstico. Y es que las restricciones a la movilidad han hecho que las opciones de captar huéspedes se limiten a la comunidad o desde el pasado otoño, a la provincia. Así se explica que esos casi 150 de Zaragoza capital sean el triple que los poco más de 50 que hay en toda la provincia de Huesca o de 40 en la de Teruel.

Sin embargo, lo que más inquieta es que se aprovechen estos alojamientos para realizar fiestas que actualmente están prohibidas. Esas celebraciones en las que al anfitrión se le pone en un serio compromiso y que, muchas veces, son los propios vecinos los que ejercen de guardianes de la legalidad. Sin embargo, cuando una plataforma como Airbnb decide restringir las reservas para poner coto a estos incumplimientos es porque se ha desbordado el número de casos que lo intenta.