Si por algo se ha caracterizado el movimiento Teruel Existe a lo largo de sus 19 años de vida es por la fidelidad a sí mismo. En gran medida, porque los objetivos a los que aspiraba solo se han realizado en parte y es preciso seguir en la brecha para que no se pierda el impulso. «Hubo que luchar muchísimo para obtener cualquier mínimo avance», recuerda Manolo García, que estuvo en la plataforma hasta el 2011. En su opinión, «haría falta más gente tirando de Teruel Existe». De hecho, en la capital provincial el número de activistas oscila entre 15 y 30, señala Miguel Ángel Fortea, uno de los portavoces.

Repartidos por el resto de Teruel puede haber un número similar de militantes. «Ahora no somos diferentes a como éramos en nuestros inicios, en 19 años no hemos cambiado y la tónica sigue siendo la misma», subraya Fortea. Indica que el número de miembros implicados en la asociación «ha ido a menos con el paso de los años». Unas bajas han sido por fallecimiento y otras por la imposibilidad de compaginar la militancia con otras tareas familiares o laborales o por problemas de salud. Ramón Perales, que se encarga de Infraestructuras, el caballo de batalla de la plataforma, asegura que 20 años de trabajo a favor de la causa turolense le han vuelto «más escéptico». «Hay compañeros que dicen que ha estado bien, que ha merecido la pena, pero para mí nuestro empeño ha puesto de manifiesto que, por lo que se refiere a Teruel y otras partes despobladas de Aragón, el Estado de las autonomías ha sido un fracaso».

Desde su punto de vista, que no todos comparten, el centralismo de Zaragoza es el responsable de la situación. «Desde la Transición solo se ha desarrollado el valle del Ebro y su zona de influencia», dice. Perales mantiene que Teruel Existe «solo ha servido para pequeñas cosas». Pero guarda nostalgia de los comienzos de la plataforma. «Surgió de forma espontánea», afirma. «Había varios movimientos reivindicativos, todos confluyeron en uno y eso fue bueno», añade.