La población islámica medieval de Tauste presentaba una alta presencia de enfermedades dentales, como caries y sarro, y artrosis, y los diferentes marcadores de estrés óseo analizados revelan que realizaban actividades diferentes en función de los sexos.

Esta es una de las conclusiones del análisis antropológico realizado sobre los 44 enterramientos exhumados hasta la fecha en la necrópolis musulmana de Tauste, la más antigua de España documentada hasta la fecha, junto a la de Pamplona, y cuya excavación puso en marcha la Asociación Cultural "El Patiaz" en 2010.

La antropóloga y periodista Miriam Pina, principal responsable del análisis antropológico de los restos, fue la encargada de presentar los resultados de la investigación en el foro científico internacional "Demografía, paleopatología y desigualdad social" celebrado la semana pasada en Vitoria.

Bajo el título "Paleopatología y marcadores de estrés en la población islámica medieval de Tauste (Zaragoza)", el documento, elaborado junto al arqueólogo Francisco Javier Gutiérrez, explica las enfermedades que desarrollaron los individuos a través de las huellas de patologías que han quedado plasmadas en sus huesos.

Asimismo, la investigación, facilitada hoy a Efe, describe otros vestigios presentes en los restos denominados marcadores de estrés, consistentes en cambios en la morfología ósea a raíz de la realización habitual y reiterada de actividades ocupacionales.

La determinación de estos marcadores permite generar hipótesis sobre los modos de vida, organización social, económica y del trabajo de los antiguos pobladores de Tauste.

Un ejemplo de estos marcadores es la combinación de la robustez y una huella de la inserción de determinados ligamentos y músculos en los huesos.

Dependiendo de la ubicación de estos signos, se puede deducir un mayor desarrollo en cierta musculatura y asociarla a un tipo determinado de actividad que requiere una utilización reiterada de ese músculo.

Así, se estima que los varones asumían mayor carga laboral, realizaban abundantes marchas, cargaban con pesos y efectuaban prolongados movimientos de extensión y flexión de los brazos, mientras que las mujeres, en cambio, ejercían un trabajo fundamentalmente manual y caminarían menos.

En el 70 por ciento de los restos analizados se revelan caries, acumulación de sarro, cálculos, abscesos, retroceso alveolar y pérdida de dientes en vida, patologías relacionadas con el modo de vida de la época, con una insuficiente higiene dental asociada al continuo desgaste de las piezas no solo por la masticación sino por un uso ocasional de los dientes como herramientas.

La artrosis ósea aparece en todos los individuos a partir de los 30 años y se localiza fundamentalmente en la columna vertebral, donde abunda la presencia de osteofitos (neoformaciones óseas benignas) en vértebras lumbares, mientras que en adultos maduros aparece también artrosis en la articulación de la cadera y la manos, signos asociados a marcadores de fuerte y continuada actividad física.

Se ha localizado asimismo un individuo que sufriría una cojera a consecuencia de una fractura de tibia y peroné y otro, de unos 45 años, que sufrió una trepanación realizada por barrenado, posiblemente con fines quirúrgicos, a la sobrevivió.

La investigación de la necrópolis se centra ahora en la realización de un estudio de paleodieta, lo que permitiría deducir qué tipo de actividad realizaban para la obtención de recursos alimentarios - agricultura, ganadería- y asociarla a los marcadores de estrés estudiados, con el fin de poder establecer las bases de su organización del trabajo.

Este estudio proporcionará además importante información nutricional, ya que se ha detectado la presencia de bandas hipoplásicas en el esmalte dental de varios individuos, asociada a un desequilibrio en el desarrollo biológico, tal vez por carencia de factores nutritivos suficientes.

El descubrimiento de una necrópolis islámica, con una superficie estimada de en torno a 2 hectáreas, ha permitido demostrar la existencia de una población estable y asentada en este lugar.

El arqueólogo Francisco Javier Gutiérrez, director de las excavaciones, estima una capacidad mínima de unos 4.500 enterramientos en esta necrópolis, que además presenta al menos dos niveles, lo que revela que era extensa en superficie y en periodo de ocupación.

En el futuro se tiene previsto realizar estudios de ADN y nuevas dataciones por C-14 para complementar las existentes, que sitúan la necrópolis entre los siglos VIII y XI.