Es un tema del que se habla y se debate pero que no se logra atajar. Una realidad dolorosa contra la que no existe vacuna. Se llama pobreza y con la crisis sanitaria no ha hecho más que endurecerse, agravarse y colarse en demasiados hogares. El coronavirus ha provocado que cientos de personas hayan tenido que recurrir a las entidades sociales para pedir ayuda, alimento, algo para superar otro mes. Las mal llamadas colas del hambre no han hecho más que crecer desde el pasado mes de marzo y las previsiones para este nuevo año no son nada halagüeñas. Todo lo contrario.

Los números no engañan. El pasado diciembre 80.156 aragoneses se unieron a las filas del paro y afrontaron el final de año sin trabajo y con unas perspectivas muy malas. El peor dato del 2020.

Desde entidades como Cruz Roja, Cáritas o el comedor social de la parroquia del Carmen de Zaragoza alertan de que muchos usuarios que habían logrado salir adelante, reinsertarse, encontrar un empleo y vivir sin la necesidad de las ayudas sociales han vuelto a recurrir a estos servicios. Y avisan de que cada vez son más las personas que por primera vez lo hacen.

Cruz Roja agotó el año pasado todo su presupuesto. A través de su Plan Responde (diseñado para atender las necesidades provocadas por el covid), atendió a 10.800 personas desde que se declaró el estado de alarma y empezaron a firmarse ertes, eres y despidos al por mayor.

Más de 6.000 personas recibieron packs para cubrir necesidades básicas, otras 1.577 fueron atendidas en su programa de empleo y cada noche visitan a una veintena de personas que viven en la calle. Muchas son las de siempre, casos cronificados de sintecho, pero en los últimos meses han detectado un aumento en el número. De hecho, según explican, cada noche detectan a una o dos personas nuevas viviendo en la calle con las que tienen que ponerse a trabajar de inmediato para evitar que se conviertan también en más casos cronificados. La intervención exprés es vital porque todavía tienen una oportunidad para salir adelante. «Son personas que han tirado la toalla, que ya no pueden mas», aseguran desde Cruz Roja, que ha intensificado su dispositivo por el frío, y que avisa del aumento de los casos de alcoholismo o ludopatía.

Muchas de estas personas sin hogar recurren el comedor social de la parroquia del Carmen. Durante los meses de confinamiento residencial registraron un pico histórico con más de 7.200 comidas en un mes, como el de abril, 2.000 más que las que se ofrecieron un año antes en ese mismo mes. En octubre cada día se daban 228 comidas, frente a las 180 del 2019.

Desde el comedor indican que se ha disparado el número de mujeres. En el 2019 representaban el 8% del total de usuarios, ahora el 18%. Según explican, se trata de mujeres que llegaron a España en una situación irregular y que, tras haber conseguido regularizarla, se han quedado en el paro. La mayoría se dedican a la limpieza de hogares o el cuidado de personas dependientes que se quedaron sin trabajo durante el confinamiento residencial y que han acabado recurriendo, otra vez, a los servicios sociales.

Colectas solidarias

El Banco de Alimentos de Zaragoza también ha tenido que emplearse a fondo este año. Frente a los 3,7 millones de kilos que repartió entre distintas entidades durante el 2019, este han sido 5,5 millones. La gran recogida de alimentos de finales de año tuvo que sustituirse por una colecta de dinero. La recaudación total fue de 800.000 euros con los que estiman que podrán comprar 443.000 kilos de alimentos. Además, el poder elegirlos va a permitir variar el menú e incluir segundos platos, algo que no suele abundar en las donaciones por su fecha de caducidad y precio. En el 2019, y a través de las 200 entidades a las que donan la comida, atendieron a 24.000 personas. El año pasado fueron 27.000.

En los meses más duros de la pandemia, Cáritas recibía cada semana 600 llamadas de personas que solicitaban ayuda y en septiembre ya había agotado el presupuesto de todo el año. Solo de marzo a agosto la entidad otorgó 6.522 ayudas económicas por valor de más de un millón de euros.

El Ayuntamiento de Zaragoza también tuvo que aumentar la partida destinada a ayudas de alimentación hasta los 12,8 millones. Este año alcanzará los 16 millones en previsión de que la demanda siga en ascenso. Desde el área de Acción Social aseguran que lo peor está por venir.

Más de 17.300 familias solicitaron ayuda al consistorio, frente a las 11.497 del 2019. Este incremento todavía es más preocupante porque el número de familias nuevas ha aumentando en un 51,01%.

Estos son los datos. Esta es la realidad que se vive en Aragón y que se hace extensible al resto de la península. Esto es solo el principio de la crisis social.