Maru Díaz será la aspirante de Podemos a la Presidencia de Aragón. Y quiere ser presidenta si los resultados electorales del próximo mayo le son propicios a la formación morada. Su nombre fue elegido por votación de los inscritos en un partido que a pesar de su joven creación y su supuesta frescura en política ha adquirido de forma precoz su mayoría de edad política y ya mantiene los patrones clásicos de los partidos a pesar de una permanente lucha interior para que esto no sea así.

El objetivo de Díaz es ser la primera fuerza de la izquierda, sobrepasar al PSOE --en las anteriores elecciones estuvieron a punto de lograrlo-- y liderar una mayoría de izquierdas en las Cortes de Aragón para acentuar el perfil progresista de las políticas iniciadas con el Gobierno PSOE-CHA y que ha contado con el apoyo tormentoso de Podemos hasta ahora. Con sus más y sus menos. Pero apoyo al fin y al cabo.

La marcha a Madrid de Pablo Echenique --que casi con toda seguridad y gracias al magnánimo dedo de Pablo Iglesias será candidato del partido al Congreso por Zaragoza-- permitió a los podemistas aragoneses soltar el lastre del estilo personal del vigente secretario de organización a nivel nacional. Su marcha fue recibida con alivio por la mayor parte de la dirección actual en Aragón, al considerar que su figura llegó un momento que podía restar más que sumar en el quehacer cotidiano de la política autonómica.

Así, surgió un estilo propio y bien distinto al de Echenique, el de Nacho Escartín, más constructivo y abierto al diálogo. Escartín, por iniciativa propia y con el apoyo de otros, ha renunciado a ser cabeza de cartel para centrarse en la dirección de un partido que además --y en esto también se ha hecho mayor-- empieza a conocer lo que son las crisis internas y las fracturas por las diferencias de criterio inevitables en cualquier organización política.

Escartín tiene un perfil conciliador que integra numerosas sensibilidades progresistas, y en torno a él --apoyado por la actual candidata y otros pesos pesados del partido como Violeta Barba o Andoni Corrales-- se configurará la negociación para que confluya la izquierda de Podemos con IU y Equo. Las relaciones son buenas y se está avanzando en esa integración, si bien habrá tensiones para configurar las listas. Mucho más lo serán en el Ayuntamiento de Zaragoza, donde los comunes ven con recelo la maquinaria de Podemos y los movimientos para controlar una organización municipal que en enero empezará a tener un debate profundo y de consecuencias aún imprevisibles.

Las primarias han contado con una participación más elevada que en anteriores consultas de Podemos. Y con un resultado en el que Erika Sanz, se quedó a tan solo 72 votos de superar a Maru Díaz. Sanz aglutina al sector más crítico con Escartín y Díaz, a los que acusan de haber sido demasiado benevolentes con el PSOE y haber acabado con la frescura inicial de un partido que en apenas cuatro años ha dado muestras de comportarse orgánicamente como el resto. El ejemplo más claro, el idilio político que Iglesias mantiene con el exjemad y excandidato al Congreso por Zaragoza, Julio Rodríguez, al que ha ido metiendo con calzador , escaso éxito y generando malestar, allí donde ha podido.

Apoyos externos

La actual dirección de Podemos se ha rodeado además de un grupo de veteranos de la izquierda política que les apoya desde el exterior al considerar que es un movimiento fresco y espontáneo. Algunos de ellos también se han ido desencantado durante camino, pero siguen apostando por ellos como garantes de un progresismo renovado y que puede cohesionar una izquierda que tradicionalmente ha estado más ocupada en tirarse los trastos a la cabeza que en tratar de cohesionarse.

Uno de los ejemplos de ese apoyo es el de la escritora y periodista Margarita Barbachano, que dio un paso adelante y se integró en la candidatura de Díaz y que tras el proceso de primarias considera que ya ha hecho su trabajo y se ha retirado de esa lista. Una lista a las Cortes que tendrá que integrar --y hay quien lo ve con recelo-- a algunos de los actuales ediles de Zaragoza en Común, como Alberto Cubero o Arantza Gracia. En la confección de esas listas surgirán nuevas fricciones ya que el encaje de nombres no se antoja sencillo. Eso sí, en los últimos tiempos la sintonía entre las formaciones ha mejorado, dentro de las dificultades normales. Los mayores problemas de esta relación política se sitúan en la ciudad de Zaragoza.

De este modo, frescura y espontaneidad han ido perdiendo fuerza en aras de mayor madurez política. La formación que aspira a cotas mayores de las que ya obtuvo --de forma además espectacular-- en las elecciones del 2015. Aunque todo quede supeditado a posteriores consultas, muchas voces en Podemos consideran que es el paso de implicarse más en la gestión, lo que conllevaría asumir responsabilidades de Gobierno, aunque la sintonía política con Lambán se haya ido enfriando paulatinamente en los últimos meses.