Aún queda quien lo señala primero como hijo del expresidente Marcelino Iglesias, pero lo cierto es que hace años que ha abierto su camino en puestos de gestión y responsabilidad. Cumple su tercera legislatura como alcalde de Bonansa, preside la comarca de la Ribagorza y recientemente se ha puesto al frente de esMontañas, la Asociación Española de Municipios de Montaña.

-¿Con qué idea ha llegado a la presidencia de esMontañas?

-Formo parte de la asociación desde el principio como secretario general, me ocupaba de la parte más orgánica desde el 2013. El objetivo es ejercer de grupo de defensa de los intereses de los municipios de montaña de España, que suelen ser zonas bastante despobladas pero que tienen otras características que las hacen diferentes al resto de municipios. Aparte de compartir toda la problemática con la España interior, somos municipios que tenemos características diferentes al resto, por ejemplo con el debate que hay sobre si declarar o no zona catastrófica a Madrid por Filomena.

-De borrascas y nieve saben mucho los suyos.

-Nuestros municipios sufren invierno tras invierno muchas nevadas y no tenemos una compensación mayor por ello. Siempre hemos reclamado una financiación mejorada porque nos cuesta más dinero prestar los servicios a los ciudadanos, No solo la limpieza de las calles sino también el arreglo de las roturas, ya que la sal es muy agresiva con los hormigones y cualquier obra, por la orografía del terreno, es más costosa. Además, tenemos climas muy fríos y la gente necesita más meses de calefacción, mejores sistemas de aislamiento en casa, coches mejor preparados... Todas estas características hacen que estos municipios necesiten un trato diferenciado, como por otra parte existe en otros países que tiene leyes especiales para zonas de montaña.

-También tienen sus ventajas.

-Vivimos en sitios maravillosos, muy atractivos para la gente, con lo que eso supone para el turismo de interior y rural, y en algunas pocos valles, además, para el turismo de nieve. Este tipo de turismo se ha revelado en los últimos años en toda España como un recurso importantísimo. Esta crisis, este parón de la movilidad generado por la pandemia, está mostrándonos los problemas económicos que nos deja. También ha tenido una ventaja, y es que muchos españoles durante el verano descubrieron las joyas interiores que tenemos en nuestro país.

-¿Hay algún punto que le preocupe especialmente?

-Desde siempre hemos estado preocupados por los problemas de despoblación porque somos municipios alejados de los grandes núcleos urbanos y en los que ha sido más complicado que se produzcan esos retornos de las personas jóvenes que se han ido. Sin embargo, es cierto que ahora vemos una oportunidad porque, si bien la pandemia ha trastocado muchas cosas, también se han puesto en valor otras de la vida en el medio rural que ahora se ven positivas. Hablo de vivir en espacios menos saturados, con menos personas por metro cuadrado o la capacidad que tenemos ya para hacer teletrabajo. No obstante, aún estamos preocupados por las consecuencias que se producen por el cambio en nuestro clima, aunque entendemos que para bajar nuestras emisiones de carbono, hay que tener en cuenta a todos los ciudadanos. No solo a los de las zonas de montaña sino a los del mundo rural.

-¿Las crisis se pueden convertir en oportunidades?

-Estas dos crisis, la climática y la económica derivada de la pandemia, se pueden tornar en oportunidades. Si se gestionan bien y podemos transformar nuestra economía en un modelo más sostenible como nuestras formas de vivir, podemos favorecer nuestra vida en las zonas de montaña.

-¿Le da la sensación de que la gente se va mentalizando de la importancia del mundo rural?

-Hace unos años nadie hablaba del mundo rural y hoy en día sí. Es cierto que hemos pecado a veces en el mundo rural de quejarnos más que de explicar nuestras ventajas competitivas y lo bien que podemos vivir en nuestros pueblos. Aunque sigue habiendo un componente cultural que viene de atrás y da a entender que en los pueblos no suceden cosas y las que suceden son peores que en un ambiente urbano. Esa sensación se va rompiendo. La revolución digital hace que la gente tenga las mismas inquietudes, haya visto el mismo mundo y tenga acceso a la misma cultura que en otros lugares. Las comunicaciones han provocado que la sociedad se iguale bastante y hoy en día podemos tener unas condiciones de vida similares e incluso en algunos aspectos mejores que en una ciudad.

-Quedan todavía muchos pueblos con miedo a morir. ¿Cómo se puede combatir eso?

-Tenemos muchos pueblos en situaciones demográficas muy complicadas, pero entendemos que hay zonas de montaña con una capacidad de atracción más potente que otras. En Aragón, por ejemplo, se ve clarísimo entre las zonas que tienen turismo de nieve y las que no. Las zonas de montaña no se pueden quedar atrás en la revolución digital. Al final, hoy en día el acceso al conocimiento depende del acceso a internet, ya sea desde un ordenador o un móvil, ya sea en un pueblo pequeño o no. Eso es una revolución que va a cambiar el mundo. Las personas van a elegir un lugar por otras prioridades diferentes y no porque puedan acceder o no a la cultura.

-¿La montaña está mejor o peor desde el inicio de la pandemia?

Lo que nos transmiten los alcaldes es que muchas personas se han vuelto a vivir a los pueblos porque han podido teletrabajar o están jubiladas. También han aumentado las compras de viviendas por personas no vinculadas a pueblos y que desean salir de las ciudades. Eso tiene que ver con la pandemia. Las ciudades van a seguir creciendo, pero ya no existe una brecha tan grande, sobre todo en la mentalidad de la gente joven. Y algo ha tenido que ver la pandemia, claro.

-Ha estado en reuniones con el Gobierno de Aragón por el cierre de las estaciones de esquí. ¿Cómo está el sector?

-Toda la montaña española se ha convertido en zona turística en las últimas décadas y es una parte importante de nuestra economía. Muchos puestos de trabajo y negocios dependen de la llegada de los turistas a la nieve, así que la situación es preocupante. Hay muchas medidas que palian la situación, como los ertes, pero eso no quita que haya trabajadores desprotegidos y empresas regentadas por autónomos que lo están pasando mal. Eso hay que intentar solventarlo.

-¿Cómo se soluciona?

-El plan de empleo es fundamental porque hay gente que no tiene acceso a prestaciones. Pero insisto en que con estas dos crisis el mundo de la montaña estamos ante una gran oportunidad.