La Policía está extremando la vigilancia sobre las bandas latinas en Zaragoza para evitar su proliferación. Las Fuerzas de Seguridad y la Justicia han conseguido frenar a nivel nacional el avance de las que hasta hace poco tiempo eran las más populares, como los célebres Latin King o los Ñetas --algunas de las cuales han sido prohibidas--, pero sus dirigentes han cambiado de estrategia y han optado por la discreción.

Así, las escisiones o nuevos grupos, han dejado atrás las ropas y símbolos llamativos, así como los saludos de grupo, al menos en público. Algo parecido a lo que sucedió con los grupos de extrema derecha, que abandonaron la estética skin y las marcas de ropa que les caracterizaban.

Pero sus tácticas siguen siendo las mismas: utilizan a los menores para cometer los delitos, básicamente atracos y lesiones, conscientes de que el castigo judicial en caso de ser detenidos es mucho menor. Suelen ir embozados con gorras y capuchas, y luchan por el control del territorio con otros grupos latinos. Suelen ir armados con machetes y objetos contundentes, pero aunque han tenido peleas, ninguna se ha saldado con víctimas graves, por el momento.

DISPUTA Actualmente, uno de los territorios en disputa se sitúa en el barrio de San José, donde según las investigaciones policiales existe un coro --como denominan a sus grupos territoriales-- de la banda Dominican Don't Play (DDP), que mantiene enfrentamientos con los Black Panther. Las bandas tienen estructura nacional y mantienen contactos y vigilancia entre los líderes.

Uno de estos rifirrafes en San José llegará a juicio en breve, aunque se saldara sin heridos. De hecho se trata de una tentativa de atraco, aunque la Fiscalía pide para los acusados cinco años de prisión, dos de ellos por integración en grupo criminal.

Según mantiene el ministerio público, los imputados --J. R. D. L. C., M. R. D. P., I. J. E. y L. F. I.-- trataron de atracar a un grupo de jóvenes que estaban sentados en la plaza Sanz Briz de San José, el pasado 30 de marzo, cerca de la medianoche. Se les acercaron, con otros seis o nueve jóvenes (que no pudieron ser detenidos o eran menores), y les mostraron dos machetes con los que les amedrentaron.

Pero una de las víctimas consiguió zafarse del círculo y entró a un bar para llamar a la Policía. Al ver un coche patrulla, los atracadores se dispersaron. Los identificados fueron asistidos por Carlos Vela y Pilar Arias.