En la capital aragonesa hay actualmente 62 establecimientos encargados a la compra-venta de oro. Un número ligeramente inferior al centenar de tiendas de este tipo que abrieron en el 2008 como respuesta a las necesidades sociales derivadas de la crisis económica. Todos estos comercios están bajo la lupa del Grupo de Joyas de la Jefatura Superior de Policía de Aragón de cara a evitar que incurran en irregularidades administrativas, así como para detectar si ha habido transacciones con objetos robados. Como consecuencia de esta labor, en lo que va de año han sido detenidas 23 personas por sustraer alhajas y conseguir enajenarlas.

Una cifra que hace entrever a los investigadores de este grupo, perteneciente a la Unidad de Delincuencia Económica y Violenta (UDEV), que el 2017 pueda finalizar con un mayor número de arrestos y esclarecimientos de hurtos de estas características que en el año 2016, que se saldó con 37 detenciones.

La previsión es que en estos meses previos a las vacaciones, uno de los momentos marcados en el calendario por las personas que venden oro para costeárselas, aumente. Después habrá un momento valle y de cara a las navidades volverá a subir.

INSPECCIONES / Para descubrir estos hechos delictivos, el Grupo de Joyas realiza de forma periódica y por sorpresa una serie de inspecciones en las diferentes tiendas. El responsable de las mismas perteneciente a este grupo, Juan Manuel Martínez, resalta que se persiguen dos circunstancias: ver si algún ladrón ha vendido una joya o si los establecimientos cometen alguna ilegalidad como pueden ser la mala identificación de un cliente, el pago de más de 2.500 euros en efectivo que la ley de blanqueo de capitales impide o que hayan manipulado el objeto antes del tiempo que marca la legislación, entre otras. Estas situaciones, que no suelen ser habituales, tal y como apunta Martínez, son sancionadas de forma administrativa.

Otra cuestión es la que concierne a la detección de una serie de collares, relojes o anillos que han sido denunciados por su propietario. En todos estos casos es necesaria una denuncia previa por parte de la persona que los echa en falta. El problema radica, apunta Martínez, en que muchas veces las víctimas se percatan de que les faltan objetos cuando tienen un acontecimiento familiar importante. «Vienen personas que nos dicen que desde hace seis meses que no ven sus pendientes y, claro, si han sido robados y vendidos en una tienda de compro oro ya no las van a recuperar, han sido fundidos», asevera Martínez.

VIGILANCIA / Por ello destaca la importancia de «estar pendiente de lo que uno tiene de forma constante». Y es que los comercios tienen la obligación de no dar salida a las joyas en un plazo de 15 días posterior a otra obligación que tienen: entregar ante la Policía una ficha en la que se destaca quién es el que vende la joya, a través de una fotocopia del DNI, y una serie de fotografías del objeto en cuestión. Una información que los agentes introducen en unas bases de datos con las que detectan a ladrones reincidentes o de cara a poder localizar cacos no identificados.

Del total de arrestos, la mayoría de ellos responden a asistentas del hogar o sustitutas de la titulares.