Los gritos de la víctima en plena madrugada despertaron a los vecinos del barrio rural de Montañana. Rápidamente llamaron a la Policía Nacional para pedir ayuda por el posible caso de violencia de género que podía estar ocurriendo. Los minutos se hicieron largos hasta el punto que algunos de ellos reconocieron que habían intentado tirar la puerta abajo. También pensaron lo mismo los agentes, pero al final el procesado abrió la puerta. El escenario que se encontraron dentro era sangre y mechones de pelo por el suelo.