La Policía Nacional está investigando una denuncia de abusos sexuales interpuesta por una joven que vivía hasta hace unos días en una residencia de las Hermanas de la Caridad de Zaragoza, contra un empleado de mantenimiento. La joven ha sido acogida por el Gobierno de Aragón tras activarse el protocolo de emergencia, ya que aunque tiene algo de familia en Zaragoza, no tienen posibilidades económicas ni de espacio para acogerla permanentemente. Fuentes policiales no pudieron confirmar si el denunciado ha sido detenido, pero sí que están investigando.

Mientras, según fuentes del Arzobispado de Zaragoza, el empleado ha sido apartado cautelarmente de la residencia hasta que se resuelva el asunto. Aclararon que la entidad no depende de la archidiócesis, sino de la orden que la gestiona, pero les consta este extremo, así como que las religiosas están prestando «total colaboración» con los investigadores.

La familia agradeció la mediación del arzobispado y especialmente la «gran labor» del Gobierno de Aragón y los sanitarios cuando, el martes por la noche, tuvieron que activar el protocolo de emergencia ante el nerviosismo de la joven, que no quería volver al lugar. Pero se mostraron más críticos con las gestoras de la residencia, ya que aseguran que tardaron en tomar medidas, e incluso les llegaron a decir que «la culpa era de los dos» (denunciado y denunciante), cuando precisamente la víctima, que sufre discapacidad intelectual, tiene aversión al contacto físico incluso con sus familiares más cercanos, no se sabe bien por qué.

La víctima denunció en comisaría que un empleado de mantenimiento de la residencia, que había ido a su habitación con la excusa de un arreglo, comenzó a piropearla al ritmo de una canción romántica, para luego besarle la oreja y palparle la pierna y los genitales por fuera de la ropa, insistentemente, pese a su negativa. La joven, de 18 años recién cumplidos, se quedó paralizada, y fue él mismo quien llamó a la supervisora, haciendo ver que era ella quien le había propuesto algo, diciendo «que te cuente, que te cuente». Ella no supo reaccionar entonces, pero se lo contó a su familia y la llevaron a denunciar los hechos.