La movilidad sostenible con vehículos eléctricos o cuando menos híbridos, que cada vez convence a más ciudadanos, se abre paso poco a poco en las administraciones, y en el caso del Ayuntamiento de Zaragoza se está viendo reflejada sobre todo en la flota de autobuses urbanos. Pero el esfuerzo inversor en este ámbito no llega de la misma forma a todos los servicios municipales, y la Policía Local también quiere ser «reflejo de la sociedad». Y aprovechar al mismo tiempo para paliar el preocupante envejecimiento de su parque móvil.

Así lo refleja un informe, visado por la Jefatura del cuerpo, que fue remitido al consistorio para solicitar la adquisición de nuevos vehículos. En el documento, la partida destinada a este fin de los remanentes de crédito firmada por el concejal Fernando Rivarés asciende al millón de euros.

Según refleja el análisis en su justificación inicial, «la Administración no puede quedarse atrás» en cuanto a la implementación de la movilidad ecológica, y si bien el consistorio «ya ha empezado a adquirir vehículos menos contaminantes, principalmente eléctricos o híbridos», la Policía local no tiene ninguno, con la referencia de datos a comienzo de este año.

Con estos registros, la flota de vehículos del cuerpo municipal incluye 218, de los cuales 47 son motocicletas. De ellos, 68 acumulan más de 200.000 kilómetros (y otros 52, más de 100.000), y teniendo en cuenta la fecha de matriculación, 97 ya han superado los diez años de antigüedad. Como hito, el camión con el que se transportan los caballos cuando se requiere cumplió el año pasado los 30 años de servicio.

Esto obviamente incide en la contaminación que causan, pero también en la economía de las arcas municipales, ya que debido a su uso continuo, requieren reparaciones mucho más frecuentemente que otros coches de otros servicios.

3 MILLONES DE KM

Como referencia, destaca el informe, la flota de vehículos de la Policía Local de Zaragoza recorrió el año pasado cerca de 3 millones de kilómetros, concretamente 2.936.155. El informe incide en que muchos de ellos circulan en tres turnos, sin apenas descanso, y de hecho hay 14 de los más antiguos que están sin servicio, para sustituir a los que se averían.

Al envejecimiento de la flota se une su paulatina reducción, ambas efecto de la falta de inversión en los últimos ejercicios. Hace apenas cinco años, por ejemplo, había 232 vehículos activos, frente a los 218 de comienzos de este año.

El documento refleja la adquisición, hace unos meses, de 17 vehículos nuevos, pero recuerda que solo un ínfimo porcentaje tiene menos de tres años, y que lo ideal sería sustituirlos cada 6 años o 150.000 kilómetros como máximo.

Diversos sindicatos del cuerpo consultados por este diario coincidieron en que, si bien las averías y el desgaste de la flota no llegan a afectar a la prestación del servicio, sí causan problemas de seguridad laboral y ergonomía en los agentes, desde cinturones de seguridad que funcionan mal hasta reposacabezas que no cumplen su función. El caso más grave fue el de la supuesta fuga de gases dentro de algunos vehículos, pero no tuvo que ver con la antigüedad.