El día de celebración, la fiesta secular, transcurrió en silencio, solo rota por dos voces y una guitarra que puso los pelos de punta hacia el final, cuando Arrazola punteó las notas de Morricone. No había cine ni existe el paraíso en este presente horrible que ha cambiado las vidas de todos. Nada se parece al ayer, la circunspección manda entre el temor y la esperanza. Sirve al menos la tragedia para que en Aragón, tierra de gentes nobles con dragón y sin él, los partidos políticos distingan entre intereses propios y sustantividad presente. El momento no hace falta explicarlo, remarcado ayer en el simple pero emotivo acto de La Aljafería, que se vivió entre mascarillas, guantes, rostros rígidos y respeto, bien lejos del boato y la muchedumbre que suelen presidir estos actos.

Firmaron todos los grupos parlamentarios sin excepción la declaración institucional que quiso convertirse, a su manera, en un ejercicio de consideración y respeto a la buena gente de esta tierra. «Una manifestación de unión y cercanía entre todos los aragoneses y aragonesas», rezaba el inicio el documento unánime.

El acto fue sobrio. Se trataba de homenajear a la sociedad aragonesa, a todos aquellos que pasan la vida encerrados en casa, a los que son aplaudidos, sobre todo a los que aplauden, callan y esperan. La gente sana, honrada y recta que escuchó el Himno de Aragón sonando casi en el sepulcro para abrir el acto. Luego recordó Javier Lambán que en 1461 Juan II, rey de Aragón, estableció que con carácter perpetuo los aragoneses celebrarían la festividad de San Jorge cada 23 de abril. Poco había que celebrar, solemnizar si acaso. Se guardaron las medallas y premios de otras tardes. «La excepcionalidad en la que vivimos instalados hacía inevitable que la celebración de este año tuviera un carácter muchísimo más estilizado en cuanto al ornato protocolario», dijo el presidente.

Hasta la presidencia quedó vacía, cedida simbólicamente «a todas aquellas personas a las que hoy queremos rendir tributo a su memoria, y a aquellas que queremos mostrar nuestra gratitud», dijo Lambán antes de pasar a recitar a los imprescindibles, hoy llamados esenciales. «Debemos redoblar esfuerzos para atajar cuanto antes la crisis sanitaria y recomponer el tejido productivo para que la comunidad recupere cuanto antes la normalidad», prosiguió antes de invocar «a la fuerza que nos da» el Estatuto de Aragón «y la figura de San Jorge».

Concluyó el presidente con unos versos del himno antes de que el presidente de las Cortes, Javier Sada, leyera la declaración institucional, histórica en sí y rubricada durante el acto por Vicente Guillén (PSOE), Luis María Beamonte (PP), Daniel Pérez (Cs), Nacho Escartín (Podemos), Joaquín Palacín (CHA), David Arranz (VOX), Jesús Guerrero (PAR) y Álvaro Sanz (IU).

Todos ellos, ayer al menos, demostraron que sí, que van todos a una. Se puede comprobar en sus palabras, empezando por Vicente Guillén, portavoz socialista en las Cortes: «Tenemos un gran desafío por delante, que es salir de esta crisis sanitaria que va a tener otras consecuencias: económicas o sociales, pero que en Aragón podremos afrontar si todos remamos en la misma dirección», dijo.

No se alejó mucho Mar Vaquero: «Lo mejor que tiene nuestra comunidad son los aragoneses, y esa fuerza colectiva que ahora estamos demostrando es la que nos va a permitir salir adelante, unidos, solidarios y con el objetivo de que nadie se quede atrás», señaló la portavoz del PP.

Bien parecido sonó Daniel Pérez Calvo, de Ciudadanos: «Lo que tenemos que hacer es lo que hemos hecho otras veces en la historia: unirnos para afrontar este enemigo común, como otras veces hemos afrontado otros enemigos y los hemos doblegado. Mi deseo sería que el 23 de abril del 2021 podamos mirar atrás, darnos un abrazo, cogernos de la mano y simplemente poder decir: misión cumplida». Y con el mismo orgullo habló Nacho Escartín, de Podemos: «Siempre hemos defendido que lo mejor de nuestra tierra es su gente y situaciones como la que vivimos lo ha demostrado».

Joaquín Palacín, de CHA, señaló que Aragón afronta «uno de los retos más importantes de la historia reciente: volver a emprender el vuelo con la lección aprendida»; Santiago Morón, de Vox, se mostró convencido de que «los aragoneses saldremos de esta», Jesús Guerrero, del PAR, se sintió «orgulloso más que nunca de ser aragonés y de los valores que tiene nuestra gente y nuestra tierra»; y Álvaro Sanz, espera un Aragón «fortalecido, justo y solidario».

Hubo poco más. No había lugar ni necesidad. Sonó un minuto de silencio casi al final. También Lennon y su 'Imagine', Clapton con sus lágrimas en el cielo... Hasta el himno de España, este por primera vez. Todo a la guitarra, todo cuerda antes de romper en aplausos e imitación de sus gentes, las que juntan sus palmas todos los días rayando las ocho de la tarde porque, dicen, y firman, esta es una tierra de pactos que siempre sabe salir adelante. Polvo, niebla, viento y sol... esta tierra es Aragón.