Dicen que hacía mucho tiempo que el salón de actos del hospital Miguel Servet no acogía tanta gente para despedir a un gerente. Cuentan los propios médicos que el despido fulminante de José Huelin causó una sorpresa mayúscula en el Salud y un considerable grado de incomprensión. Con la destitución de María Ángeles Alcutén, hasta esta semana gerente del Salud, ocurrió algo parecido aunque, en su caso, no hubo acto abierto de despedida. El consejero, Ricardo Oliván, había decidido poner punto y final a una relación plagada de encontronazos y discrepancias.

Porque, aunque el titular del departamento se empeña en pregonar a los cuatro vientos que pidió a la presidenta del Gobierno, Luisa Fernanda Rudi, que echara a Alcutén y Huelin porque consideraba que había que dotar a la gestión del Salud de un "nuevo impulso" y desvinculó la decisión del desfase del déficit o de una pérdida de confianza, la realidad es que la distancia entre la consejería y la cúpula del Salud era enorme desde hace tiempo y que esa pérdida de confianza --sobre todo en Huelin-- había llegado, incluso, a oídos de los propios profesionales.

De hecho, los médicos hablan de dos bandos. Uno, encabezado por el propio Oliván --licenciado en Económicas y Empresariales-- y su director general de Aseguramiento y Planificación Familiar, Antonio Villacampa --licenciado en Medicina y Cirugía--, al que también pertenecerían gerentes de otros sectores sanitarios. En el otro figurarían Alcutén, Huelin y parte del personal médico y, además, contarían con cierta afinidad de parte de los sindicatos, que habrían, incluso, aplaudido algunas de las últimas decisiones del Salud y agradecido cierto grado de cercanía y el carácter dialogante de los dos cesados. "Algo impensable con Tenza --gerente del Salud al que sucedió Alcutén cuando fue imputado--", indicó ayer uno de ellos.

Las discrepancias eran evidentes también en cuestiones que la consejería considera innegociables y que, sin embargo, no acababan de convencer a los dos gerentes. Cuando Rudi exigió responsabilidades ante el gran desfase del déficit, Oliván se apresuró a proponer la doble destitución con el pleno convencimiento de que esa medida supondrá un nuevo punto de partida y una considerable mejora tanto en la gestión del Salud como en el funcionamiento del principal hospital de Aragón.

Pero, si en el sector médico la decisión causó una sorpresa mayúscula, la repercusión no pareció la misma entre los políticos. Si bien los grupos exigieron responsabilidades a más altos niveles si el déficit suponía el motivo principal para acometer los despidos, lo cierto es que solo IU pidió la dimisión de Oliván de forma clara y contundente. El PSOE --el principal partido de la oposición-- llegó a calificar la doble destitución de "normal".

Así, la salida de Alcutén y Huelin de la cúpula de Sanidad supone un alivio para Oliván, que persigue ahora reducir la brecha existente en su relación con el personal sanitario, aunque, para ello, ha decidido que el Salud deje de estar dirigido por uno de ellos --Alcutén es licenciada en Medicina y Cirugía-- para apostar por un ingeniero industrial --Ángel Sanz--, un experto gestor y figura relevante en el Servicio de Salud de Navarra, una de las comunidades con las que mejor relación tiene la consejería.

En realidad, es el cambio deseado por la consejería desde hace tiempo. Podría decirse, incluso, que la salida de Huelin --con el que Oliván mantenía muchas más discrepancias personales-- adquiere carácter de daño colateral por el despido de Alcutén, con la que el ya exgerente del Miguel Servet tiene una gran relación-. De hecho, ese cambio de rumbo en la gerencia del Salud no se ha adoptado para elegir al nuevo director gerente del hospital y de los sectores I y II. Porque es el segundo de Huelin, José Ignacio Castaño, quien asume ahora el mando. Cuentan que el propio Huelin habría sido quien propuso su nombramiento.