"A mí lo que más me gusta de todo esto es el niño que está robando una gallina, es muy gracioso. Igual se va a hacer un caldo con ella...". Entre risas de pillo y con la nariz bien roja del frío resumía Mario Segura, de 6 años, sus preferencias navideñas.

Como él, cientos de niños y padres visitaron el belén artificial que, como todos los años, se instala en la plaza del Pilar. El ambiente era inmejorable. Bufandas al viento, guantes, abriguitos hasta la barbilla y sobre todo mucha ilusión. "Hemos venido otras veces y este año lo más bonito es el puente con el río", decía Pablo Baraza, de 6 años, mientras su hermana Eva miraba atenta todas las luces.

Conforme las colas iban avanzando hacia el interior del recinto, podían observar los logrados puestos de panaderos, herreros y hasta un San Gabriel que anunciaba la buenanueva a José y María. "No me ha gustado que la virgen tenga los dedos rotos, pobre. Pero nos encanta el belén y el niño Jesús", contaban los hermanos Alex y Esteban Medina, de 10 y 8 años respectivamente.

Otro que disfrutó de lo lindo fue Alvaro Gómez, de 4 años, que por fin, tras un año de espera pudo observar maravillado la noria sobre el río, que tanto le llama la atención. "Todos los años vengo a verla, aunque también me gusta mucho ver a los animales como el burro y las gallinas".

Aparte del portal, los más admirados fueron los Reyes Magos. Simón Gracia, con apenas 4 años y medio, observaba a sus Majestades con ojos atentos. "Les han quitado los baúles, sólo Baltasar lleva regalos, ¿cómo le van a dar cosas al niño Jesús?, decía indignado. Su madre, Elena Fernández, relataba que los niños a veces son más listos de lo que parecen. "Iba tan tranquila explicándole las figuras y de repente me salta que cómo traen todo el belén y lo ponen en la plaza del Pilar. No he sabido ni qué decirle", reía.

Y es que todos los padres se esmeraban por no desvelar ninguna clave que hiciera que sus hijos dejaran de disfrutar de ese momento tan mágico. Ayer, todos respiraron prematuramente el espíritu de la Navidad, pero para los niños fue igual de auténtico que cualquier 25 de diciembre.