Tenso debate el protagonizado ayer por el responsable de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza, Víctor Serrano, y el portavoz de Podemos-Equo, Fernando Rivarés, a propósito de la anunciada reforma de La Romareda y el convenio suscrito la semana pasada con el Real Zaragoza para que abone el coste de la obra a lo largo de 75 años. Un acuerdo que el edil de la formación morada no dudó en tildar de «engañabobos» y de «apaño» tras el que no hay nada atado y que derivó en arrojar sombras de duda sobre los futuros usos comerciales asociados a la remodelación. Una posibilidad sobre la que el titular del área quiso despejar cualquier duda asegurando que «si los hubiera» se «sacarán a licitación». Es decir, en libre concurrencia.

El concejal de Cs, visiblemente molesto en el cara a cara con Rivarés en la Comisión de Urbanismo, afirmó que «el campo seguirá siendo municipal, el Real Zaragoza va a pagar todas las obras y si hubiera otros aprovechamientos (comerciales) se pagará otro canon tras la licitación pública». Sería, en este caso, el tercero para la entidad blanquilla si resulta ganadora en un concurso público en el que podrá pujar cualquier empresa. Y se trabaja, como en el pasado, sobre una pastilla de 42.500 metros cuadrados que van más allá del propio estadio, incluyendo los terrenos donde se ubican las antiguas instalaciones de la Gerencia de Urbanismo y el edificio de El Cubo junto a la plaza Eduardo Ibarra.

«No utilice tinta de calamar para decir algo que es mentira, como que se contemple que no pague toda la reforma el club», añadió Serrano, en respuesta a las acusaciones de Rivarés, a propósito de que el convenio firmado habla de flexibilizar el pago de la obra en función de su situación económica o deportiva. Y a que el edil de Podemos insinuara una adjudicación a dedo o que quiera «conseguir el dinero especulando con parcelas públicas».