Cuenta la leyenda que vivía en Grisel un rico morisco, musulmán convertido al cristianismo por orden real, que despreciaba las celebraciones cristianas. Tal es así, que un día de Santiago Apóstol, el morisco cogió sus aperos agrícolas y salió a trabajar a sus eras. Nada más llegar, la tierra se abrió y se tragó al moro y a sus animales. Los habitantes de Grisel oyeron el estruendo desde misa y asustados, lo atribuyeron a un castigo de Dios por trabajar en un día festivo. Esta leyenda forma parte de un dance local.