El ayuntamiento turolense de Pozondón acaba poner en alquiler una vivienda destinada a atraer nuevos pobladores y cuya entrada se encuentra justo enfrente de la casa en estado ruinoso donde en marzo del 2017 una mujer murió asfixiada por sus hijos, que después acordaron emparedarla allí mismo.

“No creo que la ubicación de la entrada de la vivienda afecte a la demanda”, señala Mario Cáceres, alcalde de Pozondón. “Para empezar, aunque el portal esté enfrente de la casa del suceso, todas las ventanas de la vivienda, en la fachada principal, dan a otro sitio: el patio de la plaza de la iglesia”, precisa. “De hecho, nadie en el pueblo ha caído en ese matiz”, agrega.

Los autores del crimen, los hermanos Pedro e Isabel Blasco Yunta fueron juzgados por un tribunal popular a mediados de febrero pasado y condenados a 16 y 8 años de cárcel, respectivamente, como autor y cómplice de un delito de asesinato. Además, se les impusieron seis meses más de prisión por defraudar 30.775 euros a la Seguridad Social, dado que hasta junio del 2019, cuando se descubrieron los hechos, siguieron cobrando ilegalmente la pensión de viudedad de su progenitora. Ambos reconocieron su culpa y se mostraron arrepentidos.

Pasar página

Pozondón lamenta lo sucedido. La muerte de Ángela, de casi 90 años, a manos de sus hijos, uno como autor material y otro como coadyuvante, causó en su día una fuerte conmoción en el pueblo, de solo 15 habitantes en aquellas fechas. El caso se descubrió dos años después porque la gente empezó a extrañarse de no ver a la progenitora, pese a que esta padecía de alzéimer y ceguera y apenas podía salir de casa.

Los hermanos Blasco se relacionaban lo justo con el resto de habitantes. Los vecinos los recuerdan como unas personas retraídas y poco sociables, lo que no quiere decir que fueran conflictivas. A temporadas, Pedro se ganaba un dinero trabajando de alguacil para el ayuntamiento.

Pero ahora se trata de pasar página y de conseguir que llegue una nueva familia que dé un impulso a la localidad. El propio ayuntamiento ha costeado la reforma de la casa en alquiler, en la que ha invertido 60.000 euros. Una parte importante de esa suma ha ido a dotar al edificio de una buena calefacción, un servicio fundamental en un pueblo que está situado a más de 1.400 metros sobre el nivel del mar y sufre unos largos y duros inviernos.

El pueblo gana habitantes

Es un edificio sólido, de piedra rejuntada, con un aire rústico que encaja muy bien en el aspecto general del pueblo, donde poco a poco muchos vecinos y residentes temporales han ido restaurando sus viviendas.

Y esa mejora de las viviendas, que ha traído consigo una mayor calidad de vida, se ha notado a raíz de la pandemia, subraya Mario Cáceres. “Estos últimos meses hemos pasado de 15 habitantes a más de 30 gracias a que han venido a instalarse familias originarias del pueblo que saben que aquí están más seguras frente al covid”, añade el regidor.