La última encuesta del CIS ha aportado como dato más destacado la caída de tres puntos del Partido Popular, estadística a la baja que debería preocupar y mucho a sus dirigentes.

Con el manual de la política práctica en la mano, único método utilizado por el nada teórico ni carismático Mariano Rajoy ese despeñamiento en la intención de voto no debería haberse producido, una vez la derecha hubo conseguido finalmente formar gobierno tras un año en funciones, de incertidumbre y tensión electoral. Pero he aquí que, apenas lleva Rajoy investido un trimestre sus votantes dan un paso atrás. ¿Por qué? ¿Qué habrá hecho mal el partido? Probablememte, no haber sido capaz de atajar una corrupción que lo está minando de manera grave. ¿Y qué habrá hecho mal el Gobierno? Probablemente, no haber sido capaz de sacar adelante los presupuestos a su debido tiempo, manteniendo al país en esa misma sensación de provisionalidad que venía arrastrando.

Tampoco le va bien en las encuestas a Podemos. La hipotética pérdida de votos se debe seguramente a sus divisiones internas, al apartamiento de Errejón de la primera línea y al hecho de que el agresivo rol de Pablo Iglesias, idóneo para campañas de agitación y toma de conciencia, no funciona demasiado bien en tiempos de relativa paz parlamentaria, al epatar más allá del burgués zonas de voto sensible.

En cuanto al PSOE, continúa estancado en torno al 20%, un porcentaje demasiado exiguo y justo como para aspirar, de momento, a nada serio en la política nacional. Los seis meses de campaña que llevan mal empleados en dar una imagen interna de división les impiden presentar una alternativa clara, un programa distinto con el que disputar el gobierno al PP y volver a La Moncloa. El abuso de mensajes en clave interna está originando una imagen endogámica y claustrofóbica, tan desconectada de la realidad como el candidato Patxi López, por poner un ejemplo de desorientación crónica.

Sube Ciudadanos, con un Albert Rivera en clave de árbitro de la corrupción y única reposición de la derecha si el PP se desinflase por culpa de los muchos chorizos que ha alimentado durante los años de matacía. Pragmatismo centrista, neoliberal, con un programa bastante básico aún y sin influencia en autonomías ni municipios.

El CIS seguirá informando.