Es falso que todas las setas que crecen sobre madera, en laderas y márgenes de bosques o en prados y dehesas donde el ganado pace sean comestibles. Que sean tóxicas sólo aquellas que cambian de color al corte. Que no son tóxicas si su sabor y olor son agradables. Que todas las que tienen anillo son tóxicas. Que la cocción elimina todas las toxinas. Que el ennegrecimiento de una cuchara de plata o de dientes de ajo indique toxicidad. Que la maceración con vinagre, sal o cualquier otro producto eliminen las sustancias tóxicas.

En la recogida son imprescindibles algunas normas, como no levantar ni rastrillar el sustrato para localizar ejemplares ocultos; no dañar las especies desconocidas o que por ser tóxicas no se recolecten; cortar los ejemplares por la base del pie con cuchillo o navaja, y transportar las setas en recipientes que permitan su protección y aireación, como la tradicional cesta de mimbre.