Manuel Izaguerri Sánchez, el chófer de autobús que el pasado mes de mayo auxilió y salvó la vida en Zaragoza a una joven de 23 años que estaba siendo agredida por su novio, de 34, recibió ayer públicamente las gracias por su heroica acción. Fue en la Delegación del Gobierno en Aragón, en el acto de entrega del II Premio Meninas, que se otorga a las personas y entidades que han destacado en la lucha contra la violencia machista. «Gracias por no mirar hacia otro lado», le dijo Raquel, la víctima, en un texto que fue leído por una responsable de la Delegación del Gobierno, pese a que la agredida se hallaba entre el público. «No sabes cuánto me alegro de que todo el mundo esté tan orgulloso de ti, te estaré eternamente agradecida», añadió Raquel, que no quiso hacer declaraciones a los medios de comunicación.

Izaguerri fue uno de los cuatro galardonados con el II Premio Meninas. Los otros tres fueron la fiscala delegada de violencia sobre la mujer de Zaragoza, Yolanda Cantón Rayado; los Equipos de Mujer y Menores (Emume) de la Guardia Civil, y la Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer (UFAM) de la Policía Nacional. «La lucha contra la violencia de género debe hacerse a través de la educación de las personas y eso no sé si está fallando o no, pero cada día tenemos más casos», manifestó Cantón.

En el caso de los Emume, tomó la palabra el general de la VIII Zona de la Guardia Civil, Carlos Crespo, quien destacó la importante labor que los agentes especializados en la lucha contra la violencia de género desarrollan en el medio rural. Por parte de la UFAM intervino el jefe superior de Policía de Aragón, Juan Carlos Hernández, quien trazó la historia de los cuerpos especiales para atender la violencia contra colectivos vulnerables como las mujeres, los menores y los mayores, que tienen su origen en los años 80 del pasado siglo. «Han sido muchos años de avances profesionales en los que se han resuelto miles de casos», subrayó.

Manuel Izaguerri tomó la palabra para rendir homenaje a Ignacio Echevarría, el español que, en junio del 2017, se enfrentó a unos terroristas islamistas que estaban cometiendo un atentado en el centro de Londres, salvó la vida de al menos dos personas y perdió la suya a manos de uno de los atacantes. «Cuando me asomé por la ventanilla del autobús vi una sangría y mi reacción fue bajar del autobús y sacarla de ese infierno», contó el chófer, de 59 años. «La oí chillar con tanta desesperación que vi enseguida que pasaba algo grave. No se veía más que sangre y me olvidé de que estaba conduciendo el autobús, del dinero y todo, y bajé en su ayuda», relató.