Los expresidentes autonómicos, Marcelino Iglesias y Luisa Fernanda Rudi, gozan de la condición de senadores al ser designados por los diputados de la novena legislatura de las Cortes de Aragón. Son lo que se conoce popularmente como «senadores autonómicos». Tienen escaño habilitado y despacho propio en la Cámara autonómica, aunque no usen el primero salvo en ocasiones excepcionales y el segundo no lo hayan necesitado en toda la legislatura. Si el Senado es ya de por sí una Cámara cuya funcionalidad se cuestiona, el papel representativo de los senadores autonómicos todavía más. Una vez son elegidos por el Parlamento autonómico, se integran en las respectivas disciplinas de sus partidos, en lugar de representar con voz propia y sin intereses partidistas, el interés general de su comunidad autónoma. O, sí lo hacen, está supeditado al criterio de la dirección de su respectivo grupo parlamentario. Y esto provoca que en más de una ocasión se hayan sometido a la disciplina de voto y no a las reivindicaciones populares.

Formar parte de una cámara parlamentaria de representantes electos sin haber sido elegido por sufragio directo puede parecer una anomalía que tiene su origen en el 20% de los representantes del Senado que fueron elegidos por designación real en las Cortes constituyentes. 40 años después, esa atribución corresponde a los parlamentos autonómicos por mandato constitucional. Cada uno de ellos tiene derecho a uno, y luego suman otro por cada millón de habitantes. Esto supone que a Aragón le corresponden dos. Se cumple así con la vocación de representación territorial que se pretende otorgar al Senado, aunque la realidad no siempre sea esa y se convierta más en un premio u homenaje a una trayectoria política. De los 266 senadores, 58 lo son por designación autonómica. Le ley que los regula son dictadas por cada comunidad. En el caso de Aragón, es la Ley 18/2003, de 11 de julio, sobre designación de Senadores en representación de la Comunidad Autónoma de Aragón y se rigen por el mismo reglamento que cualquier otro senador o diputado, son aforados y no están sujetos a «mandato imperativo».

Asimismo, el reglamento de las Cortes señala que los senadores autonómicos «podrán comparecer en la Comisión Institucional una vez al año, de acuerdo con el Presidente de las Cortes, para informar de las gestiones de interés para la comunidad autónoma», indica la ley, que añade también que «la mayoría de la Cámara, de acuerdo con su presidente, podrá solicitar su comparecencia ante la Comisión Institucional cuando la importancia y transcendencia de los temas en relación con la comunidad autónoma así lo aconseje». Sin embargo, esto no ha sucedido. Ni el Gobierno de Aragón tiene intención de pedir explicaciones sobre esas «gestiones de interés». El pasado mes de abril, Podemos solicitó la comparecencia de la senadora Rudi por la situación de un fondo de pensiones de su etapa de eurodiputada, pero finalmente no se sustanció.

Por tanto, ni los senadores dan explicaciones sobre qué hacen por Aragón ni nadie se las pide. Asimismo, una vez nombrados, la Cámara no puede revocar su designación. En estos momentos, La Rioja se plantea la posibilidad de hacerlo y todos los expertos han advertido que es inconstitucional. También se intentó, sin éxito, la revocación de Rita Barberá, designada por las Cortes valencianas.

Barberá, al igual que Rudi o Iglesias, son el mejor ejemplo de cómo los partidos optan por situar en estos puestos a personas con una dilatada carrera pero ya en sentido descendente. Ni Rudi ni Iglesias son los únicos expresidentes que son ahora senadores autonómicos. Junto a ellos están el catalán José Montilla, el valenciano Joan Lerma, los baleares Josep Ramon Bauzá y Francesc Antich o el riojano Pedro Sanz. Además de estos expresidentes, otras figuras con un pasado fulgurante o piezas clave en sus partidos, como los populares Javier Arenas e Ignacio Cosidó o la mano derecha de Susana Díaz y uno de los principales instigadores del comité federal que acabó con Pedro Sánchez hace dos años, Juan Cornejo.

La actividad de Iglesias y Rudi se circunscribe por tanto a la estrategia de sus partidos. Basta con ver su actividad parlamentaria. El socialista ha realizado dos preguntas en pleno y ha presentado unas 340 escritas. La mayoría de ellas sobre infraestructuras viarias de interés para la comunidad y la comisión mixta Aragón-Estado. Eso sí, su interés ha caído desde que el PSOE gobierna el país, ya que desde junio no ha hecho ninguna pregunta. Al contrario que Rudi. Después de una legislatura discreta, en la que tan solo había preguntado --para después retirar-- once cuestiones sobre el mercado chino en España, en la comisión de Economía, ahora parece que ha cobrado un especial interés Aragón en sus preguntas. La pasada semana presentó su primera batería de 44 preguntas escritas sobre autovías, trenes y corredores que preocupan en Aragón e incluso sobre la avenida de Cataluña de Zaragoza que sistemáticamente rechazó transferir su partido. Porque el interés general también fluctúa.