El Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón ha detectado un «importante incremento» del consumo de fármacos opioides en la comunidad para combatir el dolor en los últimos años y la situación preocupa en la consejería. Según los datos, se ha pasado de un promedio de 11 consumidores cada 1.000 habitantes que tomaban una dosis de estos medicamentos cada día en el 2012 a 19 de cada 1.000 habitantes en el 2017.

Sanidad detalla que los opioides débiles, como la codeína o el tramadol (solos o asociados a otros analgésicos) son los que más se consumen, con más de 730.000 envases en el 2017, que suponen un incremento de 49.000 envases respecto al 2015.

También el uso de opiáceos potentes como el fentanilo o el tapentadol ha crecido de 173.607 envases en el 2015 a 210.300 en 2017. El fentanilo, utilizado para tratar el dolor crónico, es 40 veces más adictivo que la heroína y es el fármaco que provocó la muerte de Prince y que llevó a la cantante estadounidense Demi Lovato a una sobredosis recientemente.

«En el tratamiento del dolor no oncológico se recomienda seguir la escalera analgésica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que incluye desde el inicio medidas farmacológicas y no farmacológicas. Los fármacos opioides deben reservarse para casos en los que haya fracasado los valores anteriores. La eficacia es controvertida y su uso puede asociarse a intoxicaciones, abuso y muertes por sobredosis», apuntaron fuentes de Sanidad.

En Aragón, la campaña sobre Uso Racional del medicamento realizada durante los meses de mayo y junio ya sensibilizaba a la población sobre este tema.

«La aparición de nuevos principios activos dentro de este grupo terapéutico y de nuevas presentaciones como parches o comprimidos para chupar que tienen efecto inmediato han propiciado una falsa sensación de seguridad», añadieron.