Cuatro años después de la terminación de la presa de La Loteta, este embalse situado a 42 kilómetros al oeste de Zaragoza sigue sin tener un uso definido. Concebida como una infraestructura clave en el abastecimiento de agua a Zaragoza a partir del pantano de Yesa y el canal Imperial, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) asegura que se trata de una pieza de regulación que se encuentra todavía en fase de llenado (el segundo) y con una obra de impermeabilización en marcha en el estribo izquierdo.

Sin embargo, distintos movimientos ecologistas, sindicales y vecinales agrupados en torno a la Red de Agua Pública de Aragón (RAPA) han denunciado que La Loteta presenta graves problemas de filtraciones, así como una alta presencia de yeso y salitre, que lo inutilizan como embalse para el suministro de Zaragoza. En su opinión, estas deficiencias lo relegan a un papel muy secundario dentro del esquema de suministro a la capital aragonesa: el de mero depósito de reserva para momentos de sequía excepcional.

DEPORTES DE VELA En esta tesitura, distintas entidades políticas, sociales y económicas de las comarcas del Campo de Borja y de la Ribera Alta del Ebro se han unido para reclamar que La Loteta reciba un uso turístico vinculado a los deportes de vela.

Se trata de una reivindicación que se basa en el hecho de que, en la actualidad y desde hace varios años, el pantano, que posee una capacidad de 96 hectómetros cúbicos, ya es utilizado por los aficionados al kitesurf. De ahí que los territorios donde se asienta el embalse se propongan que sea objeto de una declaración de interés general.

"Dado que La Loteta no se podrá utilizar para el abastecimiento de agua a Zaragoza más que de forma marginal, sería lógico su uso turístico", afirma Pedro Arrojo, responsable de la RAPA, que no obstante recuerda que hace unos años se abrió un cámping municipal que finalmente quedó abandonado y hoy es un montón de escombros.

Para RAPA, La Loteta ha resultado "un fiasco". Y ahora teme que, pese a todo, cuando entre en funcionamiento, la CHE repercuta la mayor parte del coste de amortización anual, en torno a 3,4 de millones de euros según sus cálculos, en los usos urbanos e industriales de Zaragoza y su entorno.

"No se puede permitir que la ciudad acabe pagando el coste de una obra fallida", apunta Arrojo, que rechaza con contundencia el argumento de la CHE según el cual los sucesivos llenados darán al agua de La Loteta el grado justo de mineralización para el consumo humano.

En la confederación, no obstante, consideran que todavía es pronto para sacar conclusiones, dado que la obra ni siquiera ha entrado en la fase de explotación.

Cuando el proyecto se lanzó a finales del pasado siglo, la información que se facilitó a la opinión pública mantenía que el problema de salinidad que podía presentar el agua almacenada se iría diluyendo con sucesivos llenados y vaciados, "hasta alcanzar el equilibrio".