El detenido que compartió celda en su detención inicial con Miguel Ángel Fernández, el preso que murió en los calabozos de la comisaría del Actur de la Policía Nacional, el pasado 6 de abril, explicó ayer en el Juzgado de Instrucción número 1 de Zaragoza que el fallecido fue reducido «varias veces» en el tiempo que compartieron celda. Según explicó, los agentes «le trataron mal» cuando le detuvieron y fue «un poco golpeado» para reducirle al ser detenido.

El preso, P. J. F., especuló con que fue durante el arresto cuando a Fernández le causaron el hematoma de 2,5 por 1 centímetro en la cabeza. El origen de esta lesión es lo que el juez José Ignacio Martínez trata de esclarecer con el testimonio de ayer y otras pruebas que practique, como el análisis de las imágenes de las cámaras de la comisaría. Así lo ordenó la Audiencia Provincial de Zaragoza, que dio por bueno el archivo de las actuaciones respecto al fallecimiento -por una dolencia cardiaca, según los forenses-, pero ordenó reabrir la instrucción respecto a la lesión en la cabeza.

El testigo explicó ayer que Fernández y él fueron detenidos, por motivos distintos, el 4 de abril, y conducidos al calabozo de la comisaría de Delicias. Su compañero, afirmó, estaba «nervioso», y daba golpes en la celda. Pero lo achacó a que al detenerle «le trataron mal». «No se resistió, estaba cabreado», añadió.

El reo aseguró que el fallecido daba «patadas», no recordaba que cabezazos, a la puerta. Finalmente fue reducido y llevado al hospital.

En este y otros traslados, Fernández recibió un cóctel de fármacos, en teoría por su síndrome de abstinencia, aunque su familia, representada por el penalista Marco Navarro, niega que fuera toxicómano. Los forenses, en cualquier caso, determinaron que eran dosis normales que no tuvieron incidencia directa en la muerte.

Ante las preguntas de la acusación particular, ejercida por la Asociación Libre de Abogados, el preso reiteró que Fernández fue golpeado.