Un funcionario de la prisión de Zuera sufrió el pasado jueves una agresión por parte de un interno que le mantiene de baja. Concretamente el preso , de forma sorpresiva y sin motivo aparente, le propinó un cabezazo en la nariz, que no llegó a romperle el tabique nasal pero sí le rompió las gafas y le causó una conmoción.

Según informó el sindicato penitenciario ACAIP, el interno padece una patología mental que, en principio, debería llevarle a cumplir condena en un psiquiátrico penitenciario. Los dos que existen en España están en Alicante y Sevilla, y además de la saturación que tienen, en este caso el recluso estaba en Zuera por acercamiento familiar.

El sindicato aireó el incidente como prueba de varios elementos que llevan tiempo denunciando. En primer lugar, la falta de personal, con la pérdida de más de 2.000 puestos amortizados en los últimos años. Un problema que, en este caso, afecta a varios frentes. Por ejemplo, al hecho de que el funcionario de vigilancia estuviese solo en el módulo de enfermería.

Lo estaba, además, para controlar no solo a los internos que habitualmente lo ocupan, sino a los que acudían de otros módulos que iban a pasar consulta. Porque la merma de profesionales, en este caso sanitarios, combinada con una falta de «planificación» dificulta que los médicos vayan a visitar a los enfermos a los módulos, obligando a trasladar a estos. Hace apenas un mes que la prisión de Zuera perdió al médico del turno de noche, y ya se ha tenido que recurrir a la telemedicina para algunas urgencias.

Esta carencia de plantilla se une a que las instalaciones no están específicamente preparadas para alojar a enfermos psiquiátricos. Y el personal de vigilancia tampoco ha recibido formación específica para tratar con ellos.

Es más, destacaron fuentes del sindicato, por la ley de protección de datos ni siquiera hay forma oficial de conocer, no ya la dolencia, sino que se trata de pacientes, para al menos estar sobre aviso.