El mismo día que Pedro Antonio Calahorra Hernández era juzgado, junto a su primo Santiago, por atracar a una anciana intentándola asfixiar conocía que acababa de ser padre. Era 25 de enero y vio a su bebé por una foto del móvil. A su regreso a la cárcel donde cumplía prisión provisional pidió permiso para poder conocer a su hijo. Ni un día tardó la Fiscalía Provincial de Zaragoza en autorizar que Pedro Antonio Calahorra Hernández pudiera ir al hospital universitario Miguel Servet y así tenerlo entre sus brazos. La aprobación la consiguió el 26 de enero.

Sin embargo, los días fueron pasando y el permiso, solicitado por su abogado Marco Antonio Navarro, no se hacía efectivo. Ante ello, Calahorra Hernández decidió reunir tornillos del centro penitenciario de Zuera (Zaragoza) y tragárselos. Fue su medida de protesta, pero también de presión para salir de la cárcel y ver a su niño. Una actuación que le llevó a ingresar en el hospital para extraérselos. Ahora, tras recibir el alta, está a la espera de conocer a su hijo y de una posible sanción por mala conducta.

Será su precio a pagar por intentar ver la cara de su bebé, al igual que los tres años y medio de condena de prisión que tendrá que cumplir por el violento atraco que cometió en agosto del pasado año en la capital aragonesa. Su víctima fue asaltada en el ascensor de su vivienda, hasta donde le habían seguido Pedro Antonio Calahorra y su primo Santiago, y quedó inconsciente en el suelo tras agarrarla del cuello. Le robaron 40 euros, su móvil y los recuerdos de toda la vida en forma de joya. No fue la única víctima de estos jóvenes, por lo que ambos tendrán que volver al banquillo por tres casos más.