Más de una treintena de presos han muerto por suicidio o sobredosis en las cárceles españolas en lo que va de año. El último caso se produjo el martes en el centro penitenciario de Zuera, donde un joven de 21 años, P. A. C. H., se ahorcó en las duchas.

Según fuentes consultadas por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, nada hacía prever a los funcionarios de esta prisión zaragozana el fatal desenlace del interno. Trataron de reanimarlo, pero los sanitarios tan solo pudieron certificar su muerte. Se da la circunstancia de que este reo se tragó unos tornillos, en el 2018, para hacer presión y tratar de conocer a su hijo recién nacido.

Aquel episodio que le llevó a ser ingresado de urgencia en el hospital Miguel Servet de Zaragoza ocurrió en febrero del 2018. Fue, tal y como publicó este diario, después de ser juzgado en la Audiencia Provincial de Zaragoza por atracar a una anciana intentándola asfixiar. Aquel día, un 25 de enero, se enteraba desde el banquillo de los acusados que acababa de ser padre. Vio a su hijo en una foto de teléfono móvil, desde la distancia, y suplicó poder visitar a su pareja y a su bebé en el centro sanitario.

PERMISO / Ni un día tardó la Fiscalía Provincial de Zaragoza en autorizar que el joven pudiera ir al hospital para tenerlo entre sus brazos, si bien los días fueron pasando y el permiso, solicitado en aquel momento por su abogado Marco Antonio Navarro, no se hacía efectivo.

Ante ello, este interno de Zuera decidió reunir tornillos del centro penitenciario y tragárselos. Fue su medida de protesta, pero también de presión para salir de la cárcel y ver a su niño. Una actuación que le llevó a ingresar en el hospital para extraérselos. Tras recibir el alta, consiguió verlo. Una medida desesperada que tuvo un final feliz, si bien ahora el desenlace ha sido muy distinto. Instituciones Penitenciarias han abierto una investigación para tratar las causas que le llevaron a este preso a quitarse la vida.

En lo que va de año se han registrado otros incidentes, aunque sin víctimas mortales. Un interno sufrió una sobredosis, otro se tragó unas pilas, hubo un apuñalamiento y el autor del conocido como crimen del patinador trató de suicidarse tirándose desde lo alto de una canasta de baloncesto.

P. A. C. H. cumplía en estos momentos una condena de tres años y medio de privación de libertad que aceptó el día que fue juzgado. Él junto a su primo S. H. S. reconocieron que sobre las 21.00 horas del 12 de agosto del 2017 siguieron a una mujer de 84 años hasta su portal, en la calle Monasterio de Samos de Zaragoza. Entraron tras ella y, en el ascensor, le agarraron del cuello en acción de estrangulamiento y asfixia para vencer la nula resistencia u oposición que pudiera ofrecer la mujer, que acabó cayendo al suelo semiinconsciente.

Una vez ahí, estos dos jóvenes le robaron 40 euros, su móvil y las joyas. Entre ellas, varios anillos, un reloj y las cadenas que llevaba en el cuello mediante un fuerte tirón, lo que le causó lesiones. Además, la anciana sufrió un cuadro sincopal. Estos enseres, los recuerdos de toda una vida, no los pudo recuperar.