Un prestamista que trabaja en zaragoza, Vicente L. H., solicita tres años y medio de prisión y una multa para un antiguo amigo y cliente, Miguel Ángel C. L.. Sostiene que le estafó para obtener 156.000 euros de los cuales, afirma, apenas ha visto 5.000.

El acusado fue condenado ya por falsificar la firma de su exmujer en el contrato de préstamo del 2007. Lo hizo al necesitar poner como aval un piso de ella además de uno común, pero la mujer aseguró que no sabía nada del préstamo y le denunció.

Pese a la condena, el prestamista, que firmó luego un reconocimiento de deuda nuevo de 198.000 euros --que supuestamente incluiría "intereses de demora" y costas judiciales--, le denunció también por lo penal por haberle estafado con el citado contrato. La Fiscalía avala la tesis del denunciante, aunque pide un año menos de prisión para Miguel Ángel C. L..

El acusado reconoce la deuda, aunque según expuso su letrado, el penalista José Luis Melguizo, no le engañó. Según su versión, el reconocimiento de la falsificación de la firma de su mujer fue para no perjudicarla en el proceso de divorcio, ya que al quedar él como único deudor no pudieron quitarle la casa.

Pero el prestamista, según su versión, estaba al tanto de esta falsificación --él lo negó ayer, ante la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Zaragoza-- cuando le dio el dinero para comprar terrenos en la urbanización Urcamusa de La Muela.

Además, el letrado sostuvo que, tras 20 años de relaciones comerciales, reconocidas por ambos, el prestamista conocía sobradamente el precario estado financiero de la empresa de importación de coches del ahora acusado, que se declaró "chapista" ante el tribunal.

Sea como fuere, la adquisición de los terrenos no cuajó y Miguel Ángel C. L., según aseguró ayer, perdió "todas las señales" que había dado por los terrenos. Fue entonces cuando llegó la denuncia por impago y, posteriormente, el juicio por falsificar la firma. Tras quedar él como único responsable, el prestamista firmó con él el citado reconocimiento de deuda, aumentado en 42.000 euros, algo que ni la Fiscalía ni los magistrados terminaban de explicarse.

AUMENTO "Me coaccionaba, me llamaba a todas horas, me ponía en evidencia delante de los conocidos", justificó el acusado como motivo de que firmara el reconocimiento de deuda. Pero no lo denunció, según aseguró ante los jueces, "porque sí que le debía dinero".

Pese a que, como ilustró su letrado, aumentó su deuda "por arte de birlibirloque", y el contrato es "una usura, una coacción y es atroz" --según su letrado--, el hombre acepta la deuda, que pagó durante diez cuotas de 500 euros. Hasta que el prestamista justificó en un manuscrito un pago de 18.000 euros como gastos de un abogado, en lugar de como pago de la deuda. Esta sigue vigente, pero piden que sea objeto de un juicio civil.