La libertad es el deseo más importante de un preso. A pesar de ello, el momento de volver a la vida cotidiana no suele ser fácil para la mayoría de ellos debido a la desconexión con el exterior que han vivido. Prepali es una asociación zaragozana que lleva atendidos a casi un centenar de reclusos a los que ha asesorado sobre las prestaciones sociales a las que pueden acogerse, sobre dónde dormir el día en el que salen de prisión o cómo volver a tener un empleo.

Mariano Felipe es su fundador, quien pide a la sociedad que se cambie la visión sobre las personas internas en las cárcel. «Hay padres de familia que están cumpliendo condenas que podrían ser sustituídas por ingresos nocturnos en Centros de Insercción Social conocidos como CIS en los que ir a dormir, pero permitir seguir desarrollando durante el día las labores familiares, así como poder seguir trabajando.

Y es que, tal y como destaca Felipe, el principal problema es que estas personas acaban perdiendo sus puestos porque las empresas no quieren readmitirlos. Es ahí donde su asociación lucha en convencer a los empresarios para que vuelvan. «Lo hemos conseguido con una decena de personas, aunque es verdad que hay empresas que tienen en su politica un portazo», destaca.

Lamenta que muchas de estas personas pertenecen a ambientes normales, que un día cometieron un error y, de repente, pasan a no tener nada. Estudian de manera pormenorizada cada caso y les proponen si es mejor que soliciten un subsidio de excarcelación o la prestación por desempleo que les corresponde, bien por haber trabajado en el interior del centro penitenciario o porque les quedó congelada cuando fueron enviados a prisión.

Uno de los problemas, según Mariano Felipe, son los plazos. «No saben la fecha en la que abandonan la cárcel, pero fuera tienen que vivir de algo. Por ejemplo, el dinero por excarcelación tarda un mes en cobrarlo».