No está incluida entre las estrategias del plan de movilidad de Zaragoza (PMUS) pero es una medida que pronto estará en marcha. Se trata de la prioridad semafórica para el autobús, que ya tiene fecha de inicio: «A finales de febrero». Así lo adelantó ayer José Antonio Chanca, técnico del área y responsable de la regulación semafórica en Zaragoza, quien explicó que se aplicará en «solo dos líneas» y en el tramo comprendido entre el puente del Canal, a la altura de la avenida América (en Torrero), y el paseo Sagasta.

Serán un total de diez intersecciones a testear, con dispositivos que emitan una señal de paso del vehículo por las paradas y establezcan un cálculo del tiempo de recorrido que permita a estos vehículos pasar todos los cruces con el semáforo en verde. Una prueba con viajeros que, si da buenos resultados, podría realizarse en otros puntos.

Más adelante, en mayo, se pondrá en marcha otra iniciativa. Las ya anunciadas pruebas de dos vehículos 100% eléctricos en dos líneas de bus que todavía no se han seleccionado, con viajeros a bordo, y testeando «dos de las tres tecnologías que existen en el mercado». La tercera se estudiará más adelante, añadió la responsable de Movilidad, Teresa Artigas, quien aseveró que ella lo pondría «mañana mismo en servicio» pero que hay que ser «cuidadosos». También se trabajará en instalar placas fotovoltaicas en cocheras y puntos de recarga en las terminales de línea, iniciativas en el mismo sentido de potenciar un consumo eficiente y menos contaminante. Porque hay un dato que es concluyente: el vehículo privado emite 1,2 kilos de CO2 por cada viaje realizado, cuatro veces más que los 0,3 que se emite con los buses actuales, y el tranvía y el tren, con energía eléctrica, el dato se reduce a cero.

Por otra parte, en el caso de los semáforos, otra de las quejas de los usuarios apunta al exceso de unidades que existen. Especialmente en algunas zonas. Para Chanca, «no sobra ninguno», afirmó categóricamente, aunque admitió que en algunas zonas se podría revisar, porque puede ser un problema de sincronización. Sobre todo en el eje del tranvía, que modifica el sistema «cada dos minutos» al paso del Urbos 3.