La madre de una niña de 4 años y su pareja sentimental, ambos vecinos de Zaragoza, han dormido esta noche en la cárcel de Zuera, tras darle una paliza a la menor que permanece ingresada en la uci del hospital Miguel Servet de la capital aragonesa. Fue operada con éxito en dicho centro hospitalario.

Ambos, Elena Y. L. y Constantin M., fueron detenidos por el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, después de que el hospital diera la voz de alarma tras ingresar la pequeña el pasado sábado. Los sanitarios llamaron a la sala del 091 para alertar de las sospechas que tenían sobre las lesiones craneales que presentaba una niña de 4 años.

Fuentes consultadas por EL PERIÓDICO destacan que la menor presentaba tales golpes en la cabeza que estaba abocada a la muerte cerebral, si bien, gracias a la intervención quirúrgica, en estos momentos evoluciona favorablemente.

El Grupo de Homicidios decidió detener a estos padres, ella de origen español, de 36 años, y él rumano, de 31, después de las diferentes contradicciones en las que incurrieron. Según estas mismas fuentes, llegaron a decir que se había caído en el baño, pero también en el salón. Unas versiones, unidas al informe preliminar del forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón, que llevaron a los investigadores a detenerles por un delito de lesiones graves y otro de violencia doméstica.

Se da la circunstancia de que a esta madre le retiraron la custodia de otros dos menores en el año 2010 y cuya tutela ejerce el Departamento de Servicios Sociales del Gobierno de Aragón.

"ESA CASA ERA UN INFIERNO"

La detención de esta pareja no ha extrañado a los vecinos del número 2 de la calle Jose Zamoray que coinciden en que esa "casa era un infierno". "Escuchabas mañana, tarde y noche gritos a la niña o veías que le daban empujones para que saliera del portal", ha destacado una mujer, quien ha apuntado que "verla llorar era lo más habitual".

"La relación con la comunidad tampoco era buena, sorprendentemente, a pesar de que su novio era rumano no hacía más que gritar a todos los que son rumanos del edificio", ha afirmado otro vecino. "No usaba el ascensor para no coincidir con nosotros, yo una vez le dije que así no se trataba a una hija y me tuve que echar a correr", ha apostillado una vecina. Ninguno de ellos ha querido identificarse, ya que, tal y como han reconocido, "hay miedo a alguna represalia cuando salgan de prisión".