El conocido como estafador de cafeteras, caso por el que fue condenado a tres años de prisión, suma desde ayer otros dos años de pena. La Audiencia Provincial de Zaragoza considera que Antonio Langarita Aldea, junto con su hija Gabriela, estafaron a cuatro personas a las que pidieron dinero como señal para montar unos negocios de hostelería que resultaron inexistentes.

Por ello, no solo le han impuesto prisión a él, sino también a ella de un año de privación de libertad. A pesar de ello, son penas inferiores a los cinco años a los que se enfrentaban estos procesados que fueron defendidos por las abogadas Carmen Sánchez y Laura Vela.

Junto a esta pena, el tribunal provincial les impone 81.000 euros de responsabilidad civil.

Los magistrados resaltan que consiguieron estafarles porque se hacían pasar por dueños de un negocio, "siendo la realidad que dicho local lo tenía Antonio Langarita en precontrato de arriendo y del que fue desahuciado al no pagar la renta".

Los procesados no solo no entregaron el dinero estafado, sino que durante el juicio "no dieron justificación del destino del mismo".