Los tres arrestados anteayer tras protagonizar una persecución por las calles de Zaragoza y ser reducidos a tiros por la Policía Nacional han pasado su primera noche en prisión. El titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la capital, en funciones de guardia, así lo decretó después de que lo solicitara la Fiscalía por el riesgo de reiteración delictiva y de fuga. Uno de ellos, Francisco Manuel G. P., es el padre del menor que asesinó a un joven en la calle Princesa de la capital aragonesa; mientras que los otros fueron identificados como Vanesa P. M. y Carlos T. R.

La Policía Nacional estaba detrás de ellos, ya que en las últimas semanas se estaban produciendo una oleada de robos en bares y restaurantes de la capital aragonesa. Empleaban una alcantarilla para romper los escaparates y así conseguir acceder al interior de los establecimientos. Los investigadores les imputan una decena de hurtos de estas características.

Un modus operandi que emplearon para asaltar el bar El Badulake, situado en la calle Silveria Fañanás de la urbanización Torres de San Lamberto. En esta ocasión no pudieron librarse de acabar detenidos puesto que el sistema de seguridad alertó del robo que se estaba produciendo.

Como adelantó este diario, hasta el lugar se trasladaron varias dotaciones de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, comenzando en ese momento una persecución por la carretera Logroño y finalizando en la avenida Valle de Broto. En el transcurso de la misma llegaron a tirar los objetos robados.

Allí, los agentes realizaron un control para obligar que parara la furgoneta que conducía Francisco Manuel G. P. y en cuyo interior iban Vanesa P. M. y Carlos T. R. Ante el peligro de que varios agentes fueran arrollados, varios de ellos emplearon sus pistolas y dispararon contra la furgoneta. Una situación que implicó que el vehículo en el que huían chocara contra una farola.

Una fuga que no acabó ahí, ya que los tres descendieron de la furgoneta y se fueron corriendo en tres direcciones. Ello no evitó que la Policía pudiera detenerles. Los agentes intervinieron varios objetos que habían sido robados previamente como móviles o dinero de las cajas fuertes, pero también otros de menos valor como mecheros o cajetillas de tabaco. Asimismo, en los registros de sus viviendas les incautaron otros bienes robados en bares.

Se da la circunstancia que Francisco Manuel G. P. y Vanesa P. M. compartieron banquillo hace unos meses y fueron condenados a 23 meses de prisión. Consiguieron estafar 3.400 euros con una tarjeta de crédito extraviada, gracias al error cometido por una empleada del banco, que estaba en ese momento en prácticas. En este caso, las cámaras de seguridad de la entidad constituyeron una prueba reveladora para la jueza a la hora de condenar.