La Policía Municipal de Pamplona detuvo el martes a un zaragozano de 42 años, A. C. R., que junto a un compinche madrileño de 31, A. M. P., había logrado timar a un anciano en la capital navarra para que les entregase 12.000 euros. Solo la desconfianza de los empleados de la sucursal a la que acudieron permitió que la Policía recibiera el aviso y ambos fueran detenidos, decretando el juez prisión provisional para ambos, según informó el Cuerpo.

Los dos arrestados, delincuentes habituales, abordaron a la víctima, de 81 años, y le convencieron de que les entregase 12.000 euros a cambio de unos boletos de lotería supuestamente premiados.

Para ello, uno de los timadores le abordó en plena calle, explicando que tenía los billetes agraciados, mientras el otro simulaba realizar una llamada telefónica con la que comprobaba que el premio era sustancioso. Una vez convencido, le acompañaron al banco a extraer el dinero, pero el personal que les atendió dio aviso a la Policía Judicial del Cuerpo municipal, y unos agentes de paisano pudieron arrestar a los dos sospechosos.

ANTECEDENTES

Ambos eran conocidos de las fuerzas de seguridad. Sobre todo el zaragozano, que tenía en su haber 19 detenciones por hechos similares, amén de por atracos y hurtos. El madrileño por su parte contaba con 9 arrestos, también por este tipo de timos, así como por lesiones y robo con fuerza. Ante los hechos supuestamente cometidos y el historial, el juez decretó su ingreso en prisión en espera de juicio.

Al hilo de este último episodio, la Policía volvió a recordar a las personas mayores la necesidad de desconfiar de desconocidos que les ofrezcan gangas, ya que pese a su aparente desconfianza son las víctimas más propensas a caer en este tipo de estafas.

Y es que, pese a que el tocomocho es, junto con la estampita, uno de los timos más antiguos que se conocen, periódicamente se dan casos de estafados, sobre todo por parte de clanes familiares itinerantes que rara vez, como sí ha sido el caso, acaban entre rejas.

En el tocomocho, como ocurrió en Pamplona, los timadores abordan a la víctima con un billete supuestamente premiado, que por alguna causa no pueden cobrar (por ejemplo, un inminente viaje o problemas con el banco), pero que ofrecen al estafado a cambio de una compensación, en principio pequeña respecto al premio que percibirá. Para apoyar la historia suelen emplear periódicos en el que figura el número del billete falso, así como compinches que se ofrecen también a pagar parte de la recompensa por repartirse el premio.