Los jóvenes se agolpan en la puerta del instituto con móvil en mano apurando los últimos minutos hasta que suene la campana. Mientras, en el patio del colegio un corrillo de niños gritan mientras dos de ellos compiten entre sí en un juego online. Y en clase, un aviso de un mensaje hace que el profesor se gire de golpe intentando buscar al culpable que ha interrumpido su explicación. Así es el día a día de muchos centros escolares donde las nuevas tecnologías son una parte importante de los menores a pesar de que la normativa en muchos de los colegios e institutos los prohibe firmemente.

En el colegio Cortes de Aragón, en Zaragoza, su director Jesús Torralba explica que no está permitido el uso de estos dispositivos. «Los niños no pueden venir con móvil al centro», dice. Sin embargo, controlar a los más mayores que ya han recibido como regalo su primer móvil, a pesar de que no sea la edad adecuada para ello, se convierte en una tarea mucho más complicada. «Hacen caso omiso» a este tipo de regulaciones, señala.

Por su parte, la directora del colegio Josefa Amar y Borbón, Choni Valenzuela, comparte el comentario de Torralba y reconoce que se tiene móvil «a edades muy tempranas». Este centro zaragozano también tiene prohibido el uso de estos dispositivos tanto en las aulas como en el patio del recreo.

INCONVENIENTES

La respuesta a por qué están prohibidos está clara para la directora, que asegura que «generan problemas» al no realizar un buen uso del mismo. Entre estas incidencias destacan los robos, las llamadas a servicios de emergencia para hacer la gracia o incluso el acoso a través de las redes sociales. «En el colegio tenemos teléfono, los padres nos pueden llamar y los atendemos siempre y nosotros llamamos si pasa cualquier cosa, por lo que no es necesario que los niños lleven un móvil encima», añadió Torralba.

En el Josefa Amar, Valenzuela dice que el colegio cuenta con tablets y ordenadores para uso educativo y que no se puede «vivir de espaldas a las nuevas tecnologías». Estos dos directores también coinciden en que hay que hablar del control que se tiene que hacer con el tiempo y el uso. «Se termina creando una dependencia del aparato que no sé si es del todo beneficioso», señala Valenzuela, que hace hincapié en que ese control se tiene que hacer tanto en el colegio como en las casas.

Desde la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Aragón (Fapar), consideraron que es importante que la escuela «adapte su metodología de trabajo a las necesidades actuales» del aula. Ante esta situación, añaden que se debe atender el uso de los móviles en las clases como «una herramienta de trabajo, siempre considerando la edad del alumnado, la regulación de su uso frente a la prohibición, las finalidades y garantizando siempre que no exista discriminación entre el los estudiantes».

Cada tarde, cuando suena el timbre, se repite habitualmente la escena de alumnos que se agolpan para salir corriendo en busca de sus padres. Cada vez se hace menos uso de los parques infantiles con los amigos ya que, a pesar de que muchos de ellos apenas saben leer o hacer operaciones matemáticas, prefieren sentarse absortos ante una pantalla. Saben acceder a internet, poner un vídeo de YouTube o descargarse juegos que les entretienen sin necesidad de preocuparse de que está pasando alrededor. Su prohibición al móvil desaparece al cruzar las puertas del colegio.