Los hongos comestibles, especies como los robellones y las distintas variedades de boletus, están en retroceso en todos los valles del Pirineo aragonés. Desde hace varios años, coincidiendo con un ciclo climático caracterizado, a grandes rasgos, por la escasez de lluvias, la recolección de setas resulta más complicada en la cara sur de la cordillera.

«La impresión general es que cada año va a peor la situación», subraya Francisco Serrano, experto en micología que se dedica al estudio y la divulgación de esta rama de la ciencia. «El tiempo es muy inestable e irregular, pasa con frecuencia de forma brusca de un extremo a otro, ya sea lluvia, nieve, calor o viento», explica.

«Se nota que el tiempo ha cambiado y que esto ha afectado al mundo de las setas y vegetales», continúa Serrano, que indica que este año, «muy seco», también es negativo para la fructificación de los hongos.

En el Pirineo aragonés, la ausencia de tormentas veraniegas, la prolongada sequía y, por lo tanto, la drástica disminución de la humedad en los hábitats de las setas han reducido de forma notable la aparición de estos hongos, «tanto de las especies comestibles como de las que no lo son».

«Durante tres años estuvimos catalogando las setas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y determinamos 700 especies diferentes», explica. Pero este año, agrega, no ha visto muchas de las más frecuentes y abundantes. «Es un claro indicador, libre de la influencia de recolectores, ya que esta prohibida su recolección», apunta. Y lo mismo ha sucedido en el Pirineo francés, que sufre menos presión que el aragonés, aclara.

En este contexto, las lluvias del actual mes de noviembre no han variado apenas las condiciones debido ya que han sido seguidas por copiosas nevadas que no han permitido la fructificación de las setas.

En opinión, de Serrano, el cambio climático «sí ha influido en la disminución de las setas en el Pirineo oscense». Pero, rápidamente, advierte de que «no se puede generalizar ni es el único factor de influencia».

De hecho, a falta de estudios específicos, resulta muy difícil establecer una conexión directa entre la crisis climática que afecta al planeta y la disminución de setas en el Pirineo. En cualquier caso, se trata de un factor de indudable importancia pero de efectos múltiples y no en un solo sentido. Hasta el punto de que, como señala el experto en micología, no todo el territorio se ve afectado de la misma manera.

LIMPIEZA DE LOS BOSQUES

«Este año, por ejemplo, me dicen que nunca se habían visto tantos boletus en la sierra de Madrid». Y, dentro del mismo valle del Aragón, han aparecido especies comestibles en zonas húmedas protegidas del viento, «mientras que no había nada en otros lugares donde antes no se daban».

Además, la cantidad de setas que aparecen depende de otras circunstancias ajenas al comportamiento del tiempo a largo y a corto plazo. La limpieza de los bosques tiene una importancia primordial, así como el número de recolectores. El mantenimiento de las zonas arboladas deja mucho que desear en algunas partes de Aragón y la broza se apodera del suelo, hasta el punto de que asfixia a determinadas plantas y especies de hongos.

En cuanto a la afición a las setas, ha ido a más en los últimos años y se han multiplicado los buscadores, tanto los que lo hacen para consumo propio como los que trabajan en la recogida comercial para proveer a tiendas de alimentación y supermercados.

Por no hablar de los recolectores ilegales, que no pagan las tasas establecidas en determinados municipios y constituyen un peligro para la pervivencia misma de las distintas especies de hongos.

Este problema de los recolectores furtivos ha sido denunciado reiteradamente en comarcas como el Maestrazgo y Gúdar-Javalambre, en la provincia de Teruel. En estas zonas, donde existen estrictas normas para la explotación de los bosques de los ayuntamientos, la Guardia Civil ha montado dispositivos con el fin de evitar el saqueo de la riqueza de pinares y otras arboledas.

LA GANADERÍA

Francisco Serrano apunta otro elemento fundamental en el desarrollo de estas especies plantas: la ganadería. «Para que se den algunos tipos de hongos es preciso que la ganadería paste en los prados y que la hierba tenga una altura y unas condiciones concretas», señala el micólogo aragonés.

Sin embargo, la ganadería se halla en peligro en numerosos lugares de montaña debido a la transformación de la economía hacia un enfoque en el que el turismo es el recurso principal de la población frente a los modos tradicionales de vida.