El romanticismo, cuando cuesta dinero, pierde su encanto. El punto de partida en el que arranca el debate sobre la conveniencia de mantener o no el legado de Averly en Zaragoza y dejarlo en su sitio realmente empezó el día en el que el Grupo Brial presentó el plan especial para actuar en los casi 9.000 metros cuadrados que compró en enero. Una propuesta sobre la que ya se puede debatir, opinar o matizar porque, además, la posición de la constructora no es de confrontación. Pero que a nadie se le olvide que ese suelo, por el que pagaron diez millones de euros --50.000 por piso a construir--, tiene ya un destino previsto, cumpliendo la legalidad, y que reparar la inacción de los últimos años tiene un coste.

Aunque lo cierto es que no es un plan tan rígido como alguno podría esperar. Y la pelota ahora sí está en el tejado de Urbanismo de Patrimonio. Ambos conocen todos los detalles de la operación y, desde hace más de una semana, cómo se quiere aprovechar ese espacio.

El proyecto que plantea Brial es tan flexible que permitiría incluso conservar algunas de las viejas naves de Averly incluso. eso sí, hay una lectura muy clara: cuánto más se arrinconen las viviendas en la zona más próxima a la calle Trovador, más deberán subir en altura los edificios.

El proyecto, al detalle

Y el punto de partida es un conjunto de vivinedas formado por tres bloques de diez plantas y un cuarto de 16 con forma de U y con vistas a la vieja estación del Portillo y el CaixaFórum. En el centro, un espacio privado, cerrado a la calle, que podría albergar piscina para los residentes o canchas deportivas. Y en el extremo de la parcela, pistas de pádel, también para esos vecinos.

Además, prevé una quinta edificación de tres alturas que serviría de cierre para la calle Borao en la que ahora la vegetación, totalmente descuidada, ha crecido libremente hasta invadir la calle completamente. Sin que nadie aperciba a Averly por ello. Y detrás de la misma, entre este bloque y el de 16 alturas, otro de nueve plantas. Estos dos últimos delimitarían el espacio reservado a zona verde, esos 2.200 metros que se le cederían al consistorio para habilitar un parque. O construir un equipamiento o un museo. En este caso, la residencia de los Averly sería un broche perfecto.

La intención de Brial es que alguien les diga si pueden seguir adelante con este proyecto en el suelo de Averly. Porque antes de que se levantara la polvareda por la compra de esos terrenos y su inminente demolición, y aún hoy, su intención es empezar la comercialización de los 200 pisos que quiere construir este mismo año, entre otoño e invierno, ofreciendo una promoción de viviendas de unos 90 metros cuadrados de superficie por un valor que rondará los 200.000 euros. Eso valdrá vivir allí.

El ayuntamiento, por su parte, no solo tiene opción de decir sí o no a los pisos. Resulta que como le corresponde un 18% del aprovechamiento, dispondrá de unas 40 VPO en este complejo residencial que propone Brial, que podrá utilizar para ofrecer a los ciudadanos o comercializarlas. O incluso para vendérsela a Brial para, con ese dinero, las obras que requieran para acondicionar el suelo que se le cede puedan salirle a coste cero.

La residencia, ¿pública?

También podría negociar la propiedad de la residencia. Fuentes próximas a la negociación entre el consistorio y Brial aseguraron a este diario que el ayuntamiento estaba muy interesado en hacerse con esa propiedad para darle un uso público. O, más bien, evitar un uso privado que considera inapropiado para ese bien catalogado. Como el hotel con encanto que hace años se planteó para este inmueble. O para evitar, como ha ocurrido con otro inmueble conocido del paseo Sagasta, que acabe abandonado por sus dueños con el tiempo. Demasiadas incógnitas como para mirar hacia otro lado.