La proliferación de proyectos para levantar parques eólicos en la comarca del Matarraña, en Teruel, preocupa en todo el Aragón oriental. El impacto visual de estos molinos no afectará solo a los municipios concernidos, sino que también repercutirá en zonas alejadas, como lo demuestra el hecho de que los aerogeneradores del Coll del Moro, en la localidad tarraconense de Gandesa, son visibles desde localidades aragonesas situadas a 40 y más kilómetros en línea recta.

Los empresarios del Matarraña, así como distintas entidades turísticas y sociales, se han pronunciado recientemente en contra de los anteproyectos que se barajan en la actualidad, cuatro en total, y que supondrían levantar 84 molinos de grandes dimensiones, con hasta 170 metros de altura, los más altos de Europa.

Sin embargo, no hay unanimidad en los municipios, y lo que unos ven como una amenaza al paisaje otros lo consideran una fuente posible de ingresos.

«No es un problema inmediato, son anteproyectos», subraya Rafael Martí, presidente del Matarraña, que asegura que ahora mismo todos los esfuerzos de los municipios de su territorio se centran en superar los graves trastornos provocados por el paso de la borrasca Gloria.

En Cretas, otro pueblo de la zona, no hay inquietud por los parques eólicos. «Aquí no está previsto montarlos, pero los veremos igual si los ponen», indica Fernando Javier Camps, alcalde de Cretas. «Ha habido reuniones, pero no existe una postura común, pues hay personas que ven en los aerogeneradores una oportunidad de conseguir ingresos para pueblos pequeños con pocos recursos», explica.

Fabara, en la comarca del Bajo Aragón-Caspe (Baix Aragó-Casp), también estuvo en el punto de mira de las compañías eléctricas, «pero no se pusieron porque no hace suficiente aire», dice su alcalde, Francisco Javier Domenech, que es contrario a este tipo de instalaciones. «Lo malo es que, aunque estén lejos, en otro municipio, rompen el paisaje y las luces rojas que llevan crean graves molestias por la noche», agrega el regidor.