Una familia turolense busca desesperadamente a dos miembros que perdió hace cuatro décadas en extrañas circunstancias. Prudencia Gil nunca se conformó con la versión del hospital de Teruel, según la cual sus dos hijos nacieron muertos, uno en 1978 y otro en 1979.

Por ello contrató a una abogada, Cinta Monferrer, para buscar pistas de ellos y hallarlos, estuvieran donde estuvieran. Tras muchas gestiones judiciales y hospitalarias, se encontró con que sus hijos no reposaban en el camposanto turolense, como decían los documentos oficiales, sino que los restos extraídos correspondían a otras dos personas totalmente diferentes, como demostró la prueba del ADN.

«Mi madre siempre nos ha dicho que mis dos hermanos nacieron en el quirófano, pero los documentos médicos reflejan que murieron cuando ella iba camino del hospital», manifestó ayer Fina, hija de Prudencia.

«Esa discrepancia brutal entre lo que la madre sabe y el contenido de los historiales médicos nos hizo ver claramente que nos hallábamos ante un nuevo caso de bebés robados», señaló Cinta Monferrer.

De hecho, añadió, ya antes de realizar la prueba del ADN, se pudieron percatar de que los restos óseos del cementerio no se correspondían con los de los fetos que buscaban.

DESDE EL 2005 / La familia, ante este cúmulo de pruebas contrarias a la tesis de su muerte, se pregunta «qué ha podido ser de ellos». «Judicialmente, es muy difícil seguir adelante, por lo que nuestras esperanzas se basan en que los hijos de Prudencia lean lo que ha sucedido, duden de su identidad e intenten ponerse en contacto con su madre biológica», agregó la letrada.

Monferrer elogia el papel desarrollado por el Juzgado de Instrucción número 3 de la capital turolense, que ha corrido a cargo de las investigaciones en un asunto tan complicado y que se remonta al 2005, cuando la madre hizo saber sus sospechas respecto a lo sucedido en el hospital Obispo Polanco.

La exhumación se llevó a cabo en el 2015 y posteriormente se llevó a cabo el cotejo de los restos, el ADN de la madre con el hallado en las tumbas.

Los niños de entonces serán ahora hombres que rondan la cuarentena. Uno de ellos nació el 9 de abril de 1978 y otro, el 22 de noviembre del 79. No tienen muy claro el sexo de ambos, pues el caso aparece con muchas incógnitas.

La búsqueda también la están realizando a través de la asociación SOS Bebés Robados, y Monferrer recuerda que quien tenga sospechas de ser uno de esos bebés, puede dirigirse al Ministerio de Justicia, que cuenta con un fichero de ADN para cotejar y facilitar la toma de muestras de manera gratuita.

«Esa es una de nuestras últimas esperanzas, pues en el plano judicial han expirado las responsabilidades penales», subrayó la abogada.