La doctora Cristina Andreu, psicóloga, ha afirmado este viernes, en la quinta sesión del juicio por el crimen de los tirantes, que Rodrigo Lanza, el acusado, "no estaba bloqueado por el miedo" cuando se enfrentó a su víctima, Víctor Laínez, y le ocasionó la muerte. Esa afirmación es un torpedo al corazón de las tesis de la defensa, que sostiene que se limitó a reaccionar a una agresión cegado a la vez por el alcohol y el terror, más que el miedo, a perder la vida.

El abogado de la defensa, Endika Zulueta, ha contraatacado preguntando a la psicóloga si acaso no estaba predispuesta en contra del acusado y si no es cierto que publicó en las redes un texto con foto en el que se hacía eco de la muerte a golpes de un hombre por llevar tirantes con la bandera de España, así como un tuit en la página web de Vox. Ambas cuestiones han sido declaradas "improcedentes" por la magistrada que preside la sala, María José Gil Corredera. Además, estos argumentos ya fueron empleados en el primer juicio del caso, con el objetivo de recusar a la perito, pero fueron descartados.

De hecho, el estado mental en el que se encontraba Lanza el día del suceso, es el meollo del asunto en este juicio con jurado. Un jurado que ha dejado entrever su percepción inicial del caso al preguntar por un detalle del acusado "cuando agredió sin piedad" a la víctima.

Todo hoy gira en torno al grado de consciencia que tenía Lanza, de 39 años, de lo que ocurría cuando se enfrentó a Víctor Laínez en el bar Tocadiscos de la calle Antonio Agustín de Zaragoza, el 8 de diciembre del año 2017.

Para los peritos de la de la acusación, las doctoras Cristina Andreu y Victoria Domínguez, su personalidad "impulsiva" y el consumo de alcohol (no verificado) "pudieron disminuir levemente su capacidad volitiva", pero no así sus facultades cognitivas. O sea, quizá no era totalmente dueño de sus actos pero comprendía lo que pasaba. Asimismo han señalado que no padece enfermedad o trastorno mental alguno que anule su responsabilidad. También han detallado una desviación psicopática "no patológica". "No hay trastorno de la personalidad", han concluido.

Además, a preguntas de la acusación particular, han dicho que no hay pruebas ni análisis de que ese día hubiera consumido alcohol, por lo que este aspecto se basa enteramente en la declaración del imputado y algunos testigos.

Por el contrario, los peritos de la defensa, los doctores Pau Pérez Salas y Andrea Galán, han asegurado que Lanza efectuó "una agresión defensiva", movido por una mezcla de "terror y alcohol", lo que cortocircuitó su raciocinio ante el temor a la muerte y le hizo ver "que no había otra salida a su situación", hasta el punto de que "no trató de huir".

Estos mismos expertos han negado tajantemente que Lanza sea una persona impulsiva e incapaz de controlar su ansiedad. "Es igual que ustedes y que yo, es una persona normal", ha dicho Pau Pérez. "No está loco ni es un psicópata", ha continuado.

Los peritos de la defensa han puesto todo su empeño en demostrar que estaba "borracho" tras una noche bebiendo por los bares, antes del crimen, hasta el punto de reaccionar como lo hizo ante una "amenaza que percibió como letal", máxime tras haber visto una navaja en manos de la víctima, como declaró días atrás el propio Lanza. "Fue un acto reflejo", ha zanjado, compuesto a partes iguales de "alcohol, miedo una personalidad exhibicionista".

Lanza, de 39 años ya fue juzgado por estos hechos y condenado por la muerte de su víctima, pero la sentencia fue recurrida y la Sala de lo Civil y Penal determinó repetir la vista oral al apreciar que no estaba argumentada debidamente la conclusión del jurado popular, que consideró que no había habido intención de matar, por lo que calificó el hecho de lesiones en concurso con homicidio imprudente. En base al veredicto, el magistrado que presidió la sala le impuso cinco años de cárcel, frente a los 25 solicitados por las acusaciones.