Todavía no se ha vencido al coronavirus, pero desde la Sociedad Aragonesa de Psiquiatría Legal ya advierten de las consecuencias de esta lucha entre el personal sanitario. Su presidente, José Carlos Fuertes Rocañín, asegura que uno de cada cinco trabajadores de los hospitales aragoneses sufrirá un trastorno de estrés postraumático que, de no tratarse a tiempo, podría cronificarse.

Esta afección en la salud mental se traducirá en bajas laborales. «Cuando todo esto pase muchos van a pedir cambiar de destino y no trabajar en la uci porque su mente les va a decir que no lo hagan», señala este psiquiatra forense, quien destaca que cuando quieran enfrentarse a esa situación «tendrán sudores, problemas estomacales o insomnio, serán las señales de ese trastorno».

Esta es la consecuencia, en opinión de Fuertes, de la forma de tratar la pandemia por los diferentes ejecutivos. «La incertidumbre y la falta de criterios claros y definidos en las pautas a seguir es el elemento psicopatológico mas dañino para los profesionales que están primera línea», recalca, mientras añade que «es muy importante adelantarse a las previsibles complicaciones en la salud mental de los profesionales sanitarios y de cuerpos y fuerzas policiales».

ESTUDIO

Fuertes llega a estas conclusiones tras analizar las consultas online, «como grano de arena», para sanitarios, miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Fuerzas Armadas y funcionarios de prisiones. El 65% de las atenciones fueron requeridas por mujeres, de las que el 46% eran enfermeras, seguidas por un 25,3% de médicos.

El 77,7% de las personas que le ha pedido ayuda ya fue diagnosticado de un trastorno adaptativo con ansiedad y depresión, un 12,7% estrés postraumático, un 6,38% sufre de angustia y el 3,20% depresión.

«En la mayor parte de las consultas, los profesionales reconocen que lo que más les afecta es el temor al contagio tanto individual como luego a sus familias», recalca el facultativo que añade que «sienten incertidumbre porque no saben cuándo va a acabar todo y están sometidos a una gran presión tanto personal como social». De hecho, muchos sanitarios le plantearon la angustia que sienten pensando en el futuro y, especialmente, «en la capacidad de controlar la pandemia si hay un nuevo rebrote el próximo invierno».

También incide en que gran parte de ellos, el 82,5%, consideran que no se les ha dado los medios de protección adecuados para su trabajo.

De las personas que han pasado por su consulta, el 74,6% ha reconocido que ha empezado durante la crisis a consumir ansiolíticos y el 16% confiesa haber incrementado el consumo de alcohol. «No se puede hablar de alcoholismo, pero su forma de socializar ahora ha sido la de tomarse una copa con el móvil en la mano, en soledad, para no contagiar a amigos o familiares», recalca.

Pero, ¿cuál es la solución? Para la Sociedad Aragonesa de Psiquiatría Legal las administraciones deben apostar por servicios de atención psicológica a estos profesionales. Hasta que eso llegue, les proponen hacer un ejercicio mental de racionalizar el problema, no generalizarlo para evitar ideas distorsionadas y el uso, con receta, de inhibidores de la recaptación de serotonina.