PSOE y Podemos comienzan hoy su semana decisiva para atar la gobernabilidad en Aragón, en las últimas jugadas de una partida que se desarrolla simultáneamente en Madrid. Aunque de cara a la galería los dirigentes políticos aragoneses hagan voto de abstraerse del «ruido» de las situaciones externas, es lógico pensar que la confirmación de un Gobierno de coalición entre ambas formaciones a nivel nacional facilitaría sobremanera que se reeditase en Aragón, al menos en lo que a la investidura de Javier Lambán se refiere.

El presidenciable despejó la semana pasada el tablero en la comunidad, atando el segundo acuerdo decisivo con el presidente de CHA, José Luis Soro, de forma que, dejando aparte el de IU -cuyo voto es «políticamente importante» pero aritméticamente prescindible-, todo el protagonismo queda en manos de Podemos, en unas negociaciones que se van a «agilizar» para atar sus cinco votos y superar los 34 necesarios para el nombramiento. Por ahora suman 30.

En sintonía con lo que sucede en Madrid, donde los socialistas han desechado las trabas a un Ejecutivo de coalición y Pablo Iglesias se ha descartado como ministro, en Aragón las negociaciones van oficialmente por buen camino. Se está hablando de documentos y programas, como querían los socialistas, pero sin vetos a la hipotética presencia de la formación morada en un Ejecutivo a cuatro bandas, ya se verá a qué niveles. Con el firme compromiso de ambas formaciones de no repetir elecciones ni permitir un Gobierno que dependa de Vox, la combinación del PAR con las izquierdas ya se ve como un problema menor.

Teniendo como precedentes los acuerdos firmados con el PAR y CHA, compatibles a base de centrarse en las uniones ideológicas y no en las discrepancias, no será difícil que Podemos suscriba su propia versión, por más que se riera (literalmente) de las 70 medidas que le propuso el PSOE hace unos días.

Lo decisivo será comprobar cómo se configura después el Gobierno con socios tan dispares, y sobre todo cómo se van a aprobar medidas a lo largo de la legislatura que contenten a todos. Podemos planteaba como exigencia una especie de compromiso de no votar iniciativas conjuntamente con otros grupos ajenos al pacto, lo que en el PAR no se ve con buenos ojos.

Con todos los obstáculos que se puedan intuir de aquí al 30 de julio, la primera jornada de la investidura se espera que, más temprano que tarde, se firmen todos los acuerdos necesarios.