-¿Cuál es la situación actual en Aragón? ¿Se ha iniciado ya o está próxima lo que se ha denominado ‘desescalada’?

-Los datos van mejorando. El número de ingresos hospitalarios es cada vez menor y la proporción respecto a los positivos también va bajando. Estábamos en el 45% de ingresos sobre casos totales confirmados y ahora ese porcentaje se sitúa en torno al 28%. También la línea de mortalidad, que es lo que más preocupa, está mejorando y parece que empieza a amainar de verdad. Sigue habiendo casos pero también hemos ampliado el abanico de test. Antes se hacían en los casos más graves o en ingresos y ahora empezamos a tener confirmados casos más leves. Pero, aunque se vaya reduciendo el número de casos y de fallecidos, vamos poco a poco. Entiendo que en un futuro no muy lejano podremos hacer una desescalada de verdad pero de momento hemos podido reordenar servicios, ya que las camas de uci están menos ocupadas y empezamos a liberar espacios en los hospitales, aunque la actividad sigue condicionada totalmente por la pandemia.

-¿Existe alguna previsión al respecto?

-Es difícil. Son decisiones que deben ser consensuadas con el resto de comunidades. No se trata de decir que vamos a desescalar y a empezar a operar con normalidad, sino que estamos hablando de las condiciones y de lo que necesitamos para poder intervenir con normalidad, separando entre zonas de infectados y sin ellos. Ya hay algún documento que empieza a mandarnos el ministerio acerca de la posibilidad de hacer test ante cualquier ingreso para realizar una intervención. En todo eso estamos trabajando a nivel autonómico para ver en qué condiciones y cómo se puede ir recuperando la actividad de los hospitales. Afortunadamente, tenemos mayor capacidad para hacer intervenciones porque ha habido momentos, durante el pico, en los que solo podíamos hacer las más urgentes. Ahora se van a poder hacer más. ¿Cuándo llegará la normalidad a los centros? Pues no lo sé. Es difícil de prever y será de manera paulatina porque no sé a qué nueva normalidad volveremos.

-El riesgo de colapso en los hospitales parece haber quedado atrás definitivamente.

-La presión al principio fue para el 061, que fue la primera trinchera durante unas semanas. Trabajaron muy duro y había mucha inquietud al ser el centro de referencia para llamar y preguntar. Luego vino la presión sobre los hospitales, las uci se llenaban y teníamos que empezar a utilizar las que habíamos improvisado y montado con respiradores conseguidos aquí y allá. La situación ahora en las uci sigue siendo tensa, pero en las plantas ya empiezan a estar más tranquilos. Ahora, el control de la pandemia pivotará en torno a Primaria.

-Su imagen emocionado y con lágrimas en los ojos en aquella rueda de prensa dio la vuelta al mundo. ¿Por qué lloraba?

-Con sinceridad, no podíamos disponer del material suficiente para conseguir que nuestros profesionales estuvieran suficientemente protegidos. Ese fin de semana, cuando veíamos que se estaba acabando todo, sobre todo las mascarillas, nos preguntábamos qué íbamos a hacer. Afortunadamente, algunas empresas que tuvieron que cerrar el lunes nos cedieron las suyas porque no las necesitaban ya, y eso hizo que diéramos cierto respiro, pero esa sensación de que no teníamos todos los medios suficientes y que nos estábamos quedando sin los equipos necesarios para proteger a nuestros profesionales provocaba una situación de tensión muy complicada de gestionar. Nuestra obligación es darles a los sanitarios los medios necesarios para atender correctamente a la población y esa situación ponía en entredicho nuestro papel en ese proceso. Estábamos llegando a una situación límite.

-El presidente Lambán ha reconocido en varias ocasiones que se han cometido errores y ha pedido disculpas por ello. ¿En qué se ha fallado?

-Se podían hacer hecho mejor las cosas. Cuando empezamos a pensar que había que llenar los almacenes de equipos de protección individual, el veintitantos de enero, solo podíamos hacer una compra. Pudimos haber empezado a comprar un poco antes y pensado con antelación que hay cosas en las que se debe tener una reserva. Aunque es verdad, por otra parte, que la situación habría sido muy parecida porque no podíamos imaginar que el consumo de mascarillas quirúrgicas se iba a multiplicar por diez o más en el momento en que los hospitales se llenaron de pacientes. Podíamos haber hecho cosas de otra manera, como poner el foco antes o de forma más activa en las residencias de forma generalizada. Hemos hecho muchas cosas, pero me pregunto si hubiéramos podido adelantarnos a alguna de las cosas que han ocurrido. Las cinco residencias intermedias han mejorado la situación, pero teníamos que haber puesto un foco más intenso en las residencias. De todos modos, quizá aún es pronto para valorar qué se ha hecho bien, qué se debería haber hecho mejor o lo que no se debería haber hecho.

-¿Cómo lo haría ahora si pudiera volver atrás?

-El día a día nos absorbe, pero cuando puedes echar la vista atrás crees que, insisto, se podría haber puesto el foco antes en las residencias. La problemática se habría dado igual pero igual, pero quizá se podía haber actuado unas semanas antes. Ya llevamos tiempo priorizando estos centros junto a servicios sociales, Salud Pública y Atención Primaria y ahora el momento es mejor. También creo que no hemos estado excesivamente finos en cuanto a comunicación con los profesionales, y creo que tendríamos que haber hecho cosas mejor en ese aspecto porque la comunicación con ellos no ha sido todo lo efectiva que debería haber sido.

-¿Entiende que los profesionales dijeran que se sentían abandonados?

-Lo entiendo. Nuestro organigrama es muy complejo y pensamos que por transmitir determinada información a los directores acaba llegando a todos, pero como hay bastantes escalones se acaba quedando y no llega. Deberíamos haber estado más finos a la hora de comunicar la situación y al trasladar la información global en cada centro. No hemos sido capaces de llegar del todo a los profesionales y de escucharlos en alguna ocasión. En medio de tanto ruido deberíamos haberles escuchado más.

-¿Se les mandó a la guerra sin escudo?

-Mi deseo es que hubieran dispuesto de los epis necesarios para realizar su trabajo, pero ha habido momentos de falta de abastecimiento en los que han tenido que usar la imaginación, sucedáneos u otros tipos de equipos de protección. Surgió un movimiento popular fuera del sistema sanitario para hacer mascarillas, batas o pantallas que hizo a una parte de la población partícipe del proceso y que sirvió de apoyo. Les damos las gracias a todos por ello tanto a empresas como a particulares que han estado ahí. Creo que, en general, los profesionales han tenido los indispensables, aunque quizá no los necesarios. Habría sido mejor una bata homologada pero quiero creer que se ha podido disponer del equipo indispensable y que, de una manera u otra, han dispuesto de protección.

-Pero el índice de positivos entre los profesionales es elevado. Parece evidente que esa falta de protección ha sido determinante.

-Ha habido muchos que han dado positivo y alguno ha fallecido, es cierto. Todo esto nos ha cogido sin un abastecimiento suficiente de epis en todos los países, aunque no sirve de excusa. Cuando veo que en París o Nueva York los trabajadores de los hospitales se quejan de que no tienen mascarillas te das cuenta de que ha sido una fatalidad en toda Europa y en Estados Unidos. A partir de ahí, la reflexión nos lleva a pensar si podíamos habernos adelantado en enero y llenar los almacenes. Pero es que, incluso llenos y cuando se produce un desabastecimiento de un mes y pico sin que entre una mascarilla, probablemente se habrían agotado las reservas, aunque es cierto que se habrían evitado contagios. En todo caso, hasta el 15 de marzo mantuvimos las consultas presenciales en Primaria y en consultas externas de los hospitales. Probablemente ya había transmisión comunitaria del virus en ese momento y mucho antes de que la pandemia explosionara teníamos que haber utilizado los equipos, pero eso, claro, lo sabemos ahora.

-¿Se va a llevar a cabo alguna actuación destinada a reconocer la labor de los profesionales como se ha anunciado en otras comunidades?

-Se han planeado varios aspectos pero no se ha tomado una decisión al respecto todavía. Está en mente pero no se ha abordado.

-¿Los centros de salud están preparados para hacer PCR?

-La mayor parte de la Atención Primaria nos está pidiendo mayor capacidad de actuación, más implicación y presencia y protagonismo. Nos piden ser la base sobre la que se sustente el sistema. Nosotros no vamos a pedir a nadie que haga extracciones sin disponer de los epis necesarios. Si lo van a hacer es porque dispondrán de ellos, al igual que hay mascarillas suficientes. En cuanto al sistema de transportes, ya está establecido cómo hacerlo y también disponemos de los medios necesarios para que se hagan desde los centros. No tiene que haber problemas para tomar muestras a los pacientes porque, además, hablamos de casos de personas que se quedan en casa y susceptibles de hacerles el test. Y ese volumen no creo que supere las 300 personas en Aragón. Así que no hablamos de una cantidad de pruebas diarias para que tenga que disponerse un dispositivo con personal específico en los centros de salud porque pueden asumirlo. Tenemos ya los equipos de transporte preparados.

-Pero ahora faltan hisopos. ¿Cuándo cree que podrá ponerse en marcha la medida?

-El mercado es complicado. En cuanto sea posible, se hará esa toma de muestras desde los centros. Mi deseo es que se haga desde ya, pero sigue habiendo equipos de protección que no son fáciles de encontrar ahora mismo. El mercado no se ha abierto ni regulado y al otro lado hay de todo. Primero teníamos las máquinas pero no había suficiente material de extracción y análisis de los PCR dentro del laboratorio. Había temporadas que se disponía de la sustancias para hacer la extracción pero no había para el análisis y luego al revés. Ha fallado una cosa y otra y ahora no tenemos los tubos de ensayo que tiene dentro el hisopo con el producto. Hay muy pocos y conforme van llegando los vamos usando a través del 061.

-¿Qué ha aprendido de todo esto?

-Casi no he tenido tiempo de mirar atrás, pero tengo claro que los que están en la punta de lanza de la batalla, los sanitarios, son un ejemplo de dedicación y esfuerzo. Cada día, a las 8 de la tarde, la gente les otorga su merecido reconocimiento pero al mismo tiempo hacemos el trabajo que nos toca hacer. Es una época muy exigente en la que hay que pilotar un barco sin carta de navegación y buscando apoyos aquí y allá. Está siendo muy duro para los trabajadores, pero también para otros sectores que sufren los rigores de la parte económica y laboral de esta crisis. Es de agradecer la labor de los profesionales pero es nuestro trabajo.

-¿Estaremos preparados ante una probable segunda oleada del covid-19?

-No tengo dudas. No digo que no fuera a ser tan dramática porque eso nadie es capaz de saberlo, pero, como mínimo, sí sabríamos algo más y contaríamos con más información que ahora. Probablemente nos cogería mejor pertrechados y la experiencia acumulada nos haría tener unos planteamientos claros ante una nueva oleada. Todo el mundo está movilizado realizando tareas de investigación y se está trabajando en posibles vacunas, ensayos con medicamentos y también se están realizando diversas actuaciones desde Aragón que tratan de caracterizar a los pacientes de covid-19 y averiguar por qué unos ingresan y otros no o por qué no todas las patologías previas condicionan el pronóstico de la misma manera. O qué tipo de medicación previa funciona mejor o peor de cara a establecer mejor las poblaciones de riesgo y su situación. Si vuelve otra oleada conoceremos mucho mejor lo que tenemos entre manos, pero también hay que ir trabajando cómo nos suministramos de determinados equipos en busca de ser más autosuficientes a nivel nacional o europeo y no tener que salir fuera y depender del mercado mundial. Habrá que ir pensando en que eso no puede ser.