Los pueblos y ciudades de Aragón han acogido con sentimientos encontrados el plan para la recuperación social y económica de la comunidad presentado ayer por el presidente Javier Lambán y el consenso político y social que lo arropa. Por un lado, muchos responsables políticos temen que todo quede en «papel mojado», como ha señalado Carlos Boné, alcalde de Valderrobres.

Pero, por otro, todos los cargos municipales valoran que el documento firmado el pasado lunes en La Aljafería sea fruto del consenso de las fuerzas políticas, a excepción de Vox, lo que les hace afrontar el futuro con cierta esperanza.

Un motivo general de preocupación es saber si Aragón conseguirá reunir los fondos que requiere relanzar la economía regional tras tres meses de parón. En este sentido, no faltan los regidores y concejales que consideran que no hay nada seguro cuando las ayudas dependen del visto bueno de Europa y de Madrid.

El alcalde de Calatayud se muestra «favorable» al plan, pero al mismo tiempo lamenta que no se haya tenido en cuenta a los ayuntamientos para redactarlo y fijar sus objetivos y los medios para alcanzarlos. «La estrategia conjunta debería haber llegado un poco antes y con una mayor coordinación con las administraciones locales», opino ayer José Manuel Aranda.

Jaime Lacosta, alcalde de Luesia, en las altas Cinco Villas, hizo hincapié en que no se ha tenido en cuenta el parecer ni las aportaciones de los municipios. Al mismo tiempo, José Manuel Salamero, concejal en Boltaña, en Sobrarbe, se congratuló de que puedan llegar ayudas para «paliar el daño producido por el coronavirus en el tejido productivo». Sin embargo, subrayó que, desde su punto de vista, será necesaria la «implicación» de los receptores de las subvenciones para que estas surtan un efecto positivo en la economía de las pequeñas localidades.

En Paracuellos de Jiloca, un agricultor, Alberto Ortego, criticó que la denominada Estrategia Aragonesa para la Recuperación Social y Económica no pasa de ser «una declaración de buenas intenciones», con un listado de medidas «muy genéricas». Y más de un alcalde sostiene que lo realmente importante y eficaz sería que se diera autorización a los municipios con superávit para que pudieran disponer de sus remanentes presupuestarios en beneficio de la población.