La tierra ha cedido y lo peor está por llegar. Esta es la sensación que se respira en los municipios de la Ribera Baja del Ebro. El puente sobre las vías de la carretera que une Quinto y Gelsa está abocado al derribo, aunque sea parcial, y a nadie escapa que la normalidad en este punto, clave para el día a día de miles de habitantes de la comarca, no llegará hasta dentro de varios meses. El Ebro se ha llevado las culpas, aunque aún no está claro.