El puente de Santa Eulalia abrió por fin ayer tras más de un mes largo de obras que han causado grandes inconvenientes a los habitantes de la zona, entre las comarcas de la Hoya de Huesca y la de las Cinco Villas.

Finalmente, el Departamento de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda, ha impulsado, con un importe de 115.000 euros (IVA incluido) la obra de rehabilitación del tablero del puente sobre el río Gállego. La reapertura al tráfico de esta infraestructura se realizó ayer al mediodía, aunque los trabajos continuarán para terminar todas los trabajos previstos.

La noticia fue recibida con suma alegría por los vecinos y de hecho las campanas de San Eulalia repicaron con fuerza en señal de contento.

El director general de Carreteras, Bizén Fuster, explicó ayer que los trabajos se han realizado a buen ritmo a pesar de los días de lluvias, del mal estado de la estructura metálica, peor de lo previsto inicialmente; y de que se optara por mantener el paso peatonal abierto a lo largo de toda la jornada. Desde la Dirección General de Carreteras se recuerda que se trata de una obra que requiere trabajos muy especializados y se ha recordado el compromiso de la empresa PAPSA para ejecutar las obras en el menor tiempo posible.

La amenaza del pantano

Durante estas semanas, el Gobierno de Aragón ha realizado un esfuerzo para minimizar las afecciones a la población y ha creado dos zonas de aparcamiento en los extremos, refuerzo de iluminación en la pasarela peatonal, instalación de cámaras de videovigilancia y todas aquellas cuestiones requeridas.

Durante las obras, los vecinos de Santa Eulalia debieron recurrir a un coche lanzadera que los llevaba al puente y de allí cruzaban andando al otro lado, donde habían aparcado sus vehículos. Si no hacían ese trasbordo para ir a Huesca o Ayerbe, debía realizar un recorrido de unos 90 kilómetros, un largo rodeo que se ha evitado gracias al papel desempeñado por el consistorio de la pequeña localidad.

El puente, construido a principios del siglo XX, estaba muy deteriorado debido a que, la amenaza del pantano de Biscarrués hizo que las administraciones dejaran de invertir en el mantenimiento de las infraestructuras.

Sin embargo, la obra del embalse no se hará finalmente y será necesario poner al día unas obras públicas que requieren una fuerte inversión, desde carreteras a servicios de luz y de agua. Todo ha acumulado un retraso considerable estas últimas décadas.